La foto la retrata de cuerpo entero. Es literal. Gabo está sentado en un sofá, cogiéndole la mano derecha. Ella lo abraza, sonríe, está detrás de él, como siempre estuvo, en la buena y en la mala hora. Mercedes Barcha, de quien García Márquez propiamente fue su hechura, acaba de morir el sábado pasado en la Ciudad de México, en donde también falleció, hace seis años, su esposo, el gran autor de Cien años de soledad.
Mercedes Barcha, que también era conocida como Gaba, tenía 87 años de edad y su deceso, como se ha difundido, devino a raíz de unas afecciones respiratorias, las que padecía mucho antes de que aparezca el Covid 19. Asimismo, ha trascendido en los medios de prensa, que sus cenizas serán trasladadas a Cartagenas de Indias y depositadas en el Claustro de La Merced, en donde también se hallan las de García Márquez.
“Gaba” ha sido el gran soporte del nobel colombiano, tanto en la vida cotidiana como en la vida literaria. Conocida es la historia que gracias a ella fue posible la escritura y publicación de Cien años de soledad. En plena carestía, se deshizo de joyas y objetos de la casa para que esta novela mágica se haga realidad.
El mismo García Márquez cuenta en una entrevista que no contaban con el dinero suficiente para enviar el manuscrito completo de Cien años de soledad por correo a la editorial argentina, pues tenía 700 páginas. Partieron el libro en dos y enviaron una parte hasta donde el dinero alcanzaba. Se quedaron con la otra parte.
“Entonces nos fuimos a la casa y Mercedes sacó lo último que faltaba por empeñar, que era el calentador que yo usaba para escribir -porque yo puedo escribir en cualquier circunstancia menos con frío-, el secador que usaba para la cabeza y la batidora, se fue con eso al Monte de Piedad y le dieron unos 50 pesos”, contó en la entrevista el escritor.
Con ese dinero, volvieron al correo. Enviar el resto costaba 48 pesos.
“Mercedes -narra Gabo- pagó sus 50 pesos, le dieron 2 de vuelto y yo me di cuenta de que cuando salimos del correo estaba verde del encabronamiento y me dijo: ‘Ahora lo único que falta es que esta novela sea mala’”.
Así era Gaba. El mismo Jaime García Márquez, hermano de Gabo, decía que era su complemento y su brazo derecho, no solo en tanto estímulo “sino por manejar de verdad la economía de la familia”.
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Es decir, Mercedes Barcha siempre estuvo allí, sobre todo en la mala hora, como cuando tuvo que empeñar o vender sus joyas para que Gabo se dedique exclusivamente a escribir en 18 meses Cien años soledad.
Siempre estuvo allí, pero siempre discreta, casi anónima. Dicen que en toda su vida no concedió más de tres entrevistas y en la cuales, como refiere Héctor Feliciano, uno de los periodistas que dialogó con ella y de quien hemos tomado datos - hablaba poco.
Mercedes Barcha, que vivió 56 años al lado de Gabo, nació el 6 de noviembre de 1932 en la ciudad de Magangué, en el departamento de Bolívar. Por su padre, Demetrio Barcha, tenía ascendencia egipcia.
Ocurrió que los Barcha y los García Márquez eran familias amigas y que Gabo, desde que era un adolescente, vivía enamorado de Mercedes. Los biógrafos señalan que se conocieron en 1941, cuando el padre de Mercedes abrió una farmacia. Ella tenía 9 años y él 13.
El curso de la vida no se detuvo. Ella se fue a estudiar a Medellín, con las monjas, y García Márquez se zambulló en la bohemia de Barranquilla.
El futuro nobel colombiano se hizo tan amigo del padre de ella que incluso se iba con él de juergas solo con el propósito de acercarse más a Mercedes. Gabo ya formaba parte del Grupo Barranquilla, integrado por escritores y periodistas.
“Eran amigos de papá. En ese momento ellos eran unos bohemios locos. Yo, una niña pura. Yo iba al colegio de las monjas en Medellín”, le contó Mercedes a Héctor Feliciano.
Gabo nunca se detuvo en su avance amoroso. Y siempre daba señales de su sentimientos hacia ella. En 1950, cuando escribía la columna “La Jirafa” en un diario de Medellín, publicó una columna con el título “La amiga”. Por supuesto que describía, sin decir el nombre, a Mercedes.
Después surgió la relación, como han contado ellos mismos, un amor por correspondencia, que se inició en la primera escala del viaje que hizo Gabo a Europa: “Le mandé la primera carta. Yo le decía en la carta, si no recibo respuesta, no volveré a Colombia”.
Pero Mercedes contestó. Prueba de aceptación. Se casaron en 1958 y tuvieron dos hijos: Gonzalo y Rodrigo.
Pero esas cartas de amor tuvieron su propia historia y cada quien dio una versión de cómo se destruyeron. Según García Máquez, él se las compró a ella y las arrojó a la chimenea. En cambio Mercedes dijo que Gabo las tiró a la basura, porque en Caracas, ciudad en la que vivían, no había chimenea.
Pero eso es otra historia. El hecho es que ahora se acabó la soledad de García Márquez. Mercedes Barcha ha muerto, ha ido a reunirse con él.
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Mercedes, polo a tierra
Jaime Abello Banfi | Fundación Gabo
“Mercedes Barcha descansa en paz después de una vida plena. Su personalidad era única, una mezcla singular de inteligencia absoluta, fortaleza de carácter, pragmatismo, curiosidad, sentido del humor y hermetismo. Hoy la despedimos, agradeciéndole su cariño, apoyo y paciencia en los más de 25 años que ha tomado el desarrollo de esta institución, la Fundación Gabo. Querida Mercedes, que fuiste polo a tierra, jamás te olvidaremos. Tu recuerdo nos inspirará”.