El virus ha distanciado a todos. La poeta, cineasta y escritora Tilsa Otta me acerca, a través del teléfono, asuntos y razones de su novela Lxs niñxs de oro de la alquimia sexual (Random House). El libro cuenta la historia de Cristy, una muchacha cuyos orgasmos, además de permitirle ver a Dios, le otorgan el don de predecir el futuro. Ella, que tiene su pareja, se aventura a investigar estas facultades y se interna en el mundo del yoga, sectas místicas, orgías, ritos religiosos, pero allí, consciente, tiene una posición firme de salir en defensa de las mujeres.
Se trata de una novela fragmentada, cuyos capítulos son breves -incluso existen de dos o tres páginas-, que le dan un ritmo veloz. Una novela escrita en ráfagas, sin que pierda en ningún momento el espesor humano de la historia.
¿Tu novela es una inmersión en el yo, en este caso de Cristy?
Sí, es cierto. Digamos, es una inmersión personal, pero tiene ese juego de espejos y reflejos como lo que arriba es abajo o lo personal es político, esos tipo de consignas que de algún modo te conectan con algo mayor. Es su exploración personal, pero al mismo tiempo la conecta con muchas cosas fenomenológicas.
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Ella es propiamente un laboratorio para explicarse todos esas cosas fenomenológicas, como predecir el futuro.
Eso es lo entretenido, porque todo tiene que ver con una investigación muy profunda. Sí, ella en un momento lo dice, que está haciendo de su vida un escenario de estudio, un trabajo de campo. Así, cada acción de ella cobran otros sentidos.
Se entretejen diversos lenguajes, pero el ritmo está marcado por pulsiones, como escrito desde el diván.
(Risas) Sí, hay escenas donde se juntan el lenguaje cinematográfico y el escrito. Transito entre esos dos universos, incluso hay capítulos pensados como escenas en el sentido en que están supeditados a su locación y a los personajes que aparecen en esos momentos. Pero como tú dices, hay mucho que se determina por las pulsiones.
-Cristy, si bien es visionaria del futuro,a lo largo de la novela, está anclada al presente:”estoy ciento por ciento en el presente lavando ropa a mano”, “mientras menos visiones del futuro, más puedo pensar en el presente”. La novela termina con esta frase: “...entonces pienso que el futuro puede remediarse. Parece que me reconoce, parece que viene hacia mí”.
Son momentos de reflexión de ella, pero cuando está en el presente, se limita a la acción más simple. Pero está siempre pensando en el futuro. Es un poco la ansiedad de nuestro tiempo. Vive una especie de salto temporal, quizá innecesario que va acentuando la ansiedad de encontrar el futuro.
Cristy tiene varios discursos, uno de ellos en defensa de la mujer. ¿Exprofeso?
Me pareció necesario que ella tenga ese perfil, porque me parece que representa una gran parte del sentir de las mujeres actualmente. Quizás es un discurso que no estaba muy presente en narrativas anteriores, pero siento que es representativo de lo que está pasando ahora, que es que hay muchas mujeres cobrando conciencia de esa microviolencia que existe incluso en los espacios seguros. Ella es consciente de sus derechos y quería que en mi novela haya una voz así, fuerte.
Cuando termina con su pareja y le dicen que este anda por las calles despeinado, alimentándose con comida chatarra, ella quiere ir a reivindicarlo, a atender al macho desatendido. ¿Concesión, retrocede en su firmeza?
Es cierto, pero más que una concesión es un tema que está en todo ser humanos, en que se puede tener un discurso político, social, pero a veces, en la relaciones afectivas del amor, se deja todo por un momento. Además, ella se siente culpable, porque es ella quien le engañó.
El título tiene lenguaje inclusivo, pero en la novela solo la trans Samadhi lo utiliza una vez, dice “nosotres”.
Sí, es Samadhi. Cristy no usa lenguaje inclusivo, pero yo sí, y soy yo quien título. Me pareció que el título era una oportunidad de resaltar la diversidad sexual.
¿Consideras que en tu novela hay un discurso lésbico?
Creo que más que lésbico es de diversidades sexuales. En cierto modo, mostrar que una persona sale de lo que la sociedad considera correcto y se da la amplitud de experimentar, de ir más allá y eso incluye también experiencias homosexuales y que ella, de algún modo, se siente enriquecida por esas experiencias.