La escritora Isabel Menéndez ha querido desandar sus lejanos “amores”. Y lo ha hecho a través de un libro donde ella, con nombre propio, se ha instalado como personaje. El libro se titula Me enamoré... ¡otra vez! (Ed. Panamericana) y reúne 28 historias de enamoramientos. Narradas en clave de humor, sin dejar lo sentimental, las historias hablan desde esos amores inocentes −como los suspiros que daba por los superhéroes−, amores platónicos y rápidos de la pubertad, adolescencia y juventud, hasta la historia personal de su esposo. Así, este libro, ella dice de exageraciones, nos arroja de golpe inocencia, frustración, autoestima y mucha felicidad. Pero claro, la Isabel de las historias necesariamente no es la Isabel que nos responde... ¿o sí?
Por las situaciones y datos de los relatos, ¿estamos hablando de un libro confesional?
Es un libro confesional y, en algunas partes, un poco de ficción. Muy poca, en realidad exageradas. Pero no es ficción.
¿Cuál es el origen de este libro sobre el amor?
Este libro nace de un espectáculo de narración que yo hacía: “Me enamoré... ¡otra vez!”. Llevé un taller con Carolina Rueda, que es una narradora colombiana, y nos hablaba del hilo conductor de un espectáculo de narración, que tiene que unir las historias. Y nos dijo que narremos un cuento, y me acordé de que un día estuve enamorada de un gitano. Y allí comencé a recordar que de niña me había enamorado hasta de mis superhéroes favoritos, como el Fantasmagórico. La editora Sonia Martínez me sugiere que escriba este libro. Así ese espectáculo se transformó en libro.
La sospecha de ser un libro de no ficción es que está dedicado a Javier, tu esposo. Esa dedicatoria se explica con la última historia que es sobre él.
Exactamente. Teníamos un poco de miedo de lo que la dedicatoria revele. Pero Javier, el de la dedicatoria, puede ser cualquier persona.
Pero en tu caso, hay mucho de ti...
Sí, es la historia de mi vida, de todas las veces que me enamoré, que fui rechazada, que me sentí rechazada, mejor dicho.
De las más de veintitantas historias de enamoramientos, solo hay una en la que Isabel termina. Las restantes terminan con ella. ¿Es también una historia de frustración?
Sí, claro. El no sentirte querida. No solamente hablo del amor, habla también de la autoestima. Es fuerte esa parte. Me quedé marcada con una frase que alguien me dijo alguna vez, se me quedó grabada y me costó mucho superarlo.
Ah, la conversación de los chicos que decían que “Isabel es simpática, pero gordita”.
Sí. Simpática, pero gordita. Eso me marcó, me hizo sentir mal.
¿También el libro es un exorcismo personal?
Creo que sí. El hablar o escribir sobre uno es catártico. Te miras hacia adentro y sale todo lo que tienes allí. Cuando uno escribe, siempre hay parte de uno, pero en este caso ha salido toda mi historia (risas).
Tú haces ficciones, pero esta vez te has instalado como personaje.
Sí. Es la primera vez que hago esto. Me fijé en que tenía muchas cosas que contar, mucho que decir, entonces no podía ser un tercero quien cuente la historia. Tenía que ser yo.
“Me enamoré... ¡otra vez!” funcionaba como título de un espectáculo. ¿Funciona como título para el libro?
A mí me gusta. Me gusta porque es la lucha constante de llegar al verdadero amor. Entonces, me enamoraba otra vez y me volvía a enamorar. Fueron amores frustrados, amores platónicos, que muchas veces eran no correspondidos, que eran chicos que no siempre sabían de mi existencia. Pero yo me enamoraba. Entonces, sí me pareció bien el título.
¿El libro es una ventana para que otras chicas y chicos miren el amor?
Mira, el espectáculo lo llevo a muchos colegios, para chicos de secundaria. Desde el primero hasta quinto de media. Todos se sienten identificados con las historias, terminan hablando conmigo y me cuentan sus experiencias. Entonces, es un libro que te invita a recordar y a saber que todo el mundo siente como tú, que no estás solo en el camino terrible del amor loco (risas). Y escribí con humor, para que se rían, porque si lo escribía en serio seguro era para llorar.