Elliot Tupac (Lima, 1978) ha conciliado el mundo andino con espacios urbanos, sobre todo con su arte gráfico, inspirado en los coloridos carteles de las fiestas populares en la periferia de la ciudad. Ahora, sin perder los vínculos andinos-urbanos, presenta una nueva propuesta. En la galería Índigo actualmente exhibe “FloreSer”, muestra que reúne más de veinte piezas en diversos materiales.
El artista se ha tomado la licencia de escribir “floreser” porque concibe que dentro de su obra siempre está su ser. Claro, en la aspiración natural, como en todos, de florecer.
En sus nuevas obras, algunas geométricas, que nos recuerdan a Milner Cajahuaringa, en otras, para observarlas en su propuesta, es necesario hacer uso del código QR.
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¿Dejará la gráfica para hacer arte?
Me sigue gustando, sigo haciendo letras todos los días, sigo pensando en qué composiciones. La tipografía anterior invita a una lectura práctica, propone un mensaje socialmente. Pero con la nueva propuesta, que es geométrica, busco ser más introspectivo.
Y un poco más abstracta también...
Sí, es introspectiva, es abstracta. Es una abstracción bastante controlada. Si la vemos a nivel de las estructuras, de las proporciones, existe un equilibrio incluso visual, óptico, que yo pretendo con esta exploración.
Cuando dice introspectiva, son simbólicos los ventanales, una mirada hacia adentro...
Exacto. He apelado en algunas piezas al juego óptico. En un momento, hay una perspectiva hacia adentro, y en otro, hacia afuera.
Sus trabajos geométricos recuerdan un poco a Milner Cajahuaringa.
Eso me han dicho. Y la verdad, cuando fui a ver la obra del maestro, efectivamente, hay esa similitud.
¿En “La ira”, con tres niños abrazados, es otra propuesta?
En esa serie hay elementos sugeridos. En realidad, esta exploración va un poco más allá y es un proyecto en camino. Es una serie trabajada en cerámica, en azulejos. Allí quiebro la idea del tiempo, porque cuando uno es niño el tiempo no existe. Es un viaje a mi memoria, una introspección personal. Evoco mi niñez cuando vivía en el campo, vivía con los amigos y no buscaba resolver mi futuro.
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Allí sí aparece la figura humana.
Lo humano siempre está en mi obra. En mi obra gráfica no aparece la figura humana, pero allí está el ser humano. Toda la composición gráfica tiene reminiscencia del bordado huanca, las polleras de huaylarsh. Ahí está el ser humano.
Esa remisión huanca que deviene de los carteles. ¿También pinta el colibrí, fuente del color?
Efectivamente, para mí todo está asociado, no hay nada suelto. Todo se acompaña. Todo habla de mí, siempre. Cuando yo hablo de la gráfica de la calle, hablo de mí hacia la gente, mi vínculo y mi expectación sobre la condición social. Cuando hago estas cosas es lo mismo, el bordado, el colibrí, esa poesía del color, es inherente a todo lo que yo hago.
La exposición. “FloreSer” se exhibe en Índigo. Av. El Bosque 260 y 263, San Isidro. Visita: lunes a sábado de 11 a.m. a 8 p.m., domingos y feriados de 11 a.m. a 7 p.m.