En el podcast de literatura Al pie de la letra, producido por el Diario La República, tuvimos la oportunidad de hacerle una entrevista a Sixto Paz Wells, quien recién regresaba de impartir conferencias en los Estados Unidos. Él ha escrito 21 libros desde aquel contacto extraterrestre en 1974 —según testimonio del invitado— con seres de Ganímedes, satélite de Júpiter, experiencia que le ha valido tener un fiel séquito y críticos despiadados a la vez.
A continuación, les ofrecemos la entrevista escrita, así como el enlace del podcast para que la puedan escuchar. La conversación giró en torno a El códice mexica; sin embargo, otros enigmas y controversias del pasado y la actualidad también fueron analizados.
Escribe: Bruno Cueva
Antes de llegar al restaurante pactado, bordeado por ventanales que reflejaban el caos vehicular de la av. Javier Prado, observé a Sixto Paz desde la calle. Estaba sentado, mirando al cielo o a la nada, como rememorando experiencias, quién sabe cuáles. Su saludo fue de camaradería; demostró estar acostumbrado a este tipo de encuentros con la prensa.
“Ayer he regresado de acá nada más, de los Estados Unidos, a la vuelta de la esquina”, me dijo para entrar en confianza o romper el velo invisible del protocolo periodístico. Le respondí sonriendo.
Mientras yo desenredaba —la lucha clásica— los cables del equipo de grabación para dar inicio a la entrevista, el ufólogo de 63 años improvisaba una cátedra de dilemas coyunturales: el poder político, descubrimientos científicos, encubrimientos de información, etcétera. Lo sentí semejante a un guía de museo, pues, ante aquellos terrenos poco esclarecidos, Sixto parecía solo chasquear los dedos para iluminar las galerías imaginarias.
Después de veinte minutos de charla off the record, di inicio al podcast con la habitual presentación. Era inevitable, al principio, citar la experiencia que le dio un giro radical a su vida el 7 de febrero de 1974 en el desierto de Chilca, cuando Paz Wells aseguró haber tenido contacto extraterrestre con un ser llamado Oxalc, originario de Ganímedes, uno de los 79 satélites que danzan alrededor de Júpiter.
“Ciertamente resulta poco creíble que una persona diga que ha viajado fuera de este mundo a otro planeta, pero formo parte de un grupo de personas que hace 45 años no solamente venimos investigando el tema OVNI, sino que hemos tenido encuentros cercanos del tercer, cuarto y quinto tipo”, intervino.
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Recalcó, además, que durante todo ese tiempo ha invitado hasta 10 veces a la prensa para que sea testigo de los avistamientos programados. “El primer periodista que nos acompañó fue Juan José Benítez, el mundialmente conocido autor de la serie de libros Caballo de Troya”, dijo. “Él fue testigo en 1974 de dos objetos voladores no identificados que hicieron evoluciones en el cielo (...). Para nosotros eran VEDs, vehículos extraterrestres dirigidos”, añadió sin titubear.
Juan José Benitez, investigador y escritor español. El autor de la saga Caballo de Troya acompañó a Sixto Paz en el primer encuentro programado con extraterrestres | Foto EUROPAPRESS
Recapitulé el tema principal de la reunión: su último libro, El códice mexica. ¿Por qué México? ¿Por qué le interesa tanto?, le inquirí. De súbito, confesó que esta vigésimo primera producción es un híbrido entre una novela y realidad probable, es decir, en cierto modo, la suerte de una clave profética. “A largo plazo esto podría ocurrir (la narración) y constatarse”, ratificó.
Luego, tomando en cuenta su faceta de arqueólogo y espeleólogo, contó que el libro se gestó como resultado de 40 viajes a México, a través de 32 años. “Visité cavernas y me familiaricé con indígenas”, precisó. El país azteca siempre se caracterizó por las apariciones de naves en los cielos; esta fue la justificación de sus travesías.
“Los mayas decían que sus antepasados vinieron de las pléyades —cúmulo estelar de la constelación de Tauro— y llegaron a la Tierra en colas de serpiente o pliegues cósmicos, que no serían otra cosa que agujeros de gusano”, volvió a sostener. Yo, entretanto, corroboraba su memoria elefantiásica. ¿Es posible que alguien retenga tantísimos datos?, me dije. Sixto —especulé— ha guardado colecciones de enciclopedias en las bóvedas de su cerebro. Para él, por lo tanto, resulta más sencillo evocar fechas y acontecimientos, es como el pasar de las páginas.
Me comentó, más adelante, sobre una de las tantas escrituras pictográficas de las culturas prehispánicas de México: el Códice de los eclipses o Códex Desdrensis (siglo XI). El antecedente citado por Sixto Paz es el de Diego de Landa, obispo de la archidiócesis de Yucatán (1572-1579), personaje que reunió cantidades considerables de libros y los quemó por tener “figuras monstruosas”, contrarias por supuesto a lo eclesiástico y sagrado. Sin embargo, esta joya antigua llegó a Dresde, Alemania, y se rescató.
“Hay dos eclipses que marcaron hitos en la historia planetaria —prosiguió su pequeña conferencia—, uno de ellos tenía que ocurrir el 11 de julio de 1991. Esos eventos venían acompañados de una profecía: marcaría el retorno de Los señores de las estrellas”. Aquí el investigador se refirió a los avistamientos en la Ciudad de México. “A partir de ese momento, se inició la oleada OVNI más impresionante que se haya registrado sobre país alguno”, subrayó emocionado.
El prestigio y la credibilidad para un investigador de vida extraterrestre es más que vital. Estas máximas, en 2018, no fueron cumplidas por el periodista y ufólogo mexicano Jaime Maussan, tras dar fe que en una tumba cercana a las líneas de Nazca encontró, junto con otros entusiastas de Gaia, productora norteamericana de documentales, una momia alienígena.
Diversos especialistas, más temprano que tarde, indicaron que los huesos habían sido manipulados y le pusieron coto a la histeria (no es un factor menor recordar la vergonzosa presentación del estudio en el mismísimo Congreso de la República). “Yo asumo la responsabilidad de las cosas que hago y no hago, lo que digo y dejo de decir”, comentó el entrevistado trazando una línea que deslinda su persona del famoso divulgador. Asimismo, hizo un llamado de sensatez: “Si él se equivoca en un caso, no vas a echar por tierra toda su trayectoria”.
María, la momia nazca que fue manipulada para dar una apariencia extraterrestre | Fotocaptura: Gaia
Aclaró algo ofuscado: “A Jaime Maussan lo han engañado. Realmente es la momia de una mujer nazca que le han perforado el cráneo para darle unos ojos gigantescos, le han fracturado las manos y los pies para hacerla tridáctila”. Aproveché en saber su postura respecto a Juan José Benítez, estigmatizado bajo el mismo modus operandi hasta el hartazgo. “Los críticos no destacan por luz propia —replicó—, sino intentando hacerle daño a la gente que pone lo mejor de sí”.
No se pueden comprender los mensajes de los libros mexicas sin detenernos a analizar una de las llaves de esta caja de pandora: el Códice Boturini, conocido por detallar en sus páginas la migración del pueblo Aztlán a Tenochtitlán, la tierra prometida por Huitzilopochtli, el dios de la guerra.
Sixto Paz relató que este códice consta de papel amate —lámina vegetal fibrosa— y está en Italia. Pero lo más impresionante es el camino poco ortodoxo en el que se produjo esta ‘peregrinación’: “El colibrí zurdo (Huitzilopochtli) los llevó a través de túneles y galerías, entrando por la cueva de la serpiente, en Culiacán, Sinaloa”, me decía mientras entrecerraba los ojos, un gesto muy humano cuando nos esforzamos en atraer imágenes urgentes a la mente.
El viaje de los migrantes hacia Tenochtitlán duró 150 años, según el Códice Boturini | Foto: mexicodesconocido
“Los llevó (el dios a los aborígenes) con dirección a siete grupos de cavernas, lugar llamado Chicomoztoc, donde maestros intraterrenos les dan a ellos el conocimiento legendario”, agregó de inmediato.
En las páginas del libro El Códice mexica, de igual manera, Sixto Paz detalló sobre el caso de británicos que se filtraron en las cuevas de Puebla, México. Ellos habían entrado a explorar —el autor aseguró que existen artículos periodísticos como prueba—, luego llovió semejante a un diluvio y quedaron atrapados. A las pocas horas, Defensa Civil los descubrió: ¡Eran del M16, el Servicio de Inteligencia Secreto del Reino Unido! ¿Qué estaban buscando?
De acuerdo al arqueólogo invitado del podcast Al pie de la letra, estos agentes estarían involucrados en el caso de la Cueva de los Tayos, frontera entre Ecuador y Perú.
Era la década de los años 20 y el padre Carlos Crespi, contextualizó Sixto, adquirió piezas arqueológicas por medio de trabajos de espeleología para enviarlas al Vaticano. “Había planchas de oro, objetos de cerámica, piedra de todas las culturas antiguas”, completó.
“(Ante el eco de la noticias) En el año 1977 o 1978 se organizó una expedición británica y para disfrazarla de científica invitaron a Neil Armstrong”, siguió contando, y se indignó tras mencionar los maltratos contra los indios Shuar de Ecuador, quienes veían con impotencia cómo se llevaban lo que quedaba de los años opulentos. Obviamente, el M16 siguió el rastros de parecida relevancia alrededor del globo.
“En El Códice mexica trato de expresar todo lo que se hace para ocultar información, todo aquello que realmente pueda expandir consciencias y permitir que el ser humano consiga responder quiénes somos, de dónde venimos, hacia dónde vamos”, acotó después.
Carlos Crespi fue un padre italiano que vivió en calidad de misionero durante 60 años en Ecuador | Foto: internet
Escuché a Sixto Paz, en otra entrevista subida a Youtube, nombrar a la zona del Tepozteco como columna ineludible de su obra. Las laderas de aquel lienzo natural fueron escudriñadas por el criptólogo peruano Daniel Ruzo, también investigador de Marcahuasi, punto caliente del fenómeno OVNI. ¿Por qué es tan especial para usted?, le pregunté.
Primero, me di cuenta que conocía el Tepozteco como los surcos de su rostro. Me describió la pirámide que se alza en la cúspide, custodiada por la vegetación, y afirmó que las cuevas de la localidad albergan secretos de deportaciones de extraterrestres en el pasado, debido a su “mal comportamiento”, por tal motivo causó en él curiosidad.
“Es lo mismo que pasó en la Isla de Pascua —continuó— (...) Los mitos y leyendas Rapa Nui dicen que una nave con forma de perla aterrizó en el volcán Rano Raraku, cantera de los Moai, trayendo a los hombres lagarto, primeros habitantes de la isla”.
Vista de la pirámide del Tepozteco. Tepoztlán, Morelos | Foto: Gobierno de México / gob.mx
Para el invitado de Al pie de la letra, la desclasificación de información de los Estados Unidos nos acercará a la verdad. Aquí el Proyecto Libro Azul, nueva serie de The History Channel, cobra su propia valía, porque busca ‘excavar’ el Área 51, ubicada en Nevada.
“Cada vez que un OVNI se ha estrellado, no solamente en el caso Roswell, sus tripulantes han terminado en el Área 51”, dijo. Sixto Paz Wells, así mismo, considera que el fraude de la autopsia al hombrecillo gris ha confundido a la opinión pública, porque las confusiones e inseguridades se multiplican.
Serie inspirada en un proyecto real y secreto de la fuerza aérea estadounidense para investigar OVNIs | Foto: historyplay.tv
Por otro lado, siempre tuve una duda, y aproveche la oportunidad para quitármela como a una mosca ruidosa. Quería saber, y que ustedes sepan, cuál sería el último escalón de la evolución humana. Su respuesta fue contundente, pero nada alentadora —cada quien la verá del ángulo que le convenga—: “Si tuviéramos que sentirnos más que humillados, recordemos que los delfines y las ballenas tienen hasta un 20 % de desarrollo cerebral más que nosotros”.
Llegando al final de la maratónica sesión, me recuperé del impacto producido por el dato estadístico y se despidió: “Vivimos en un universo sin límites; el único límite es nuestra ignorancia”.
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