En la fauna resaltan casos de especies que, a través de instintos naturales, logran cuidarse y evitar infecciones mediante el uso de remedios en su entorno. Este tipo de comportamiento es conocido como automedicación, y se observa en especies diversas que han aprendido a protegerse de plagas, parásitos e infecciones con técnicas efectivas, muchas veces inspiradas en sus propios hábitats.
Diversos estudios han registrado cómo los animales pueden seleccionar ciertas plantas u objetos con propiedades medicinales. Investigaciones recientes destacan ejemplos como chimpancés que recurren a hojas amargas para combatir infecciones, o aves urbanas que usan colillas de cigarrillo para ahuyentar parásitos en sus nidos. A continuación, se presentan cinco de las especies que se destacan por su habilidad para curarse o prevenir enfermedades de manera natural.
Los chimpancés en África son reconocidos por su uso de hojas de plantas medicinales como herramienta para aliviar dolencias. Un estudio en Uganda reveló que los chimpancés mastican hojas de plantas como 'Aspilia', una especie amarga que contiene propiedades antiparasitarias y antibacterianas. Este comportamiento se observa especialmente durante periodos de alta exposición a parásitos, lo que sugiere que los chimpancés reconocen el efecto benéfico de la planta para su salud.
Los chimpancés utilizan plantas medicinales para automedicarse, ingiriendo hojas con propiedades curativas que les ayudan a mantener su salud. Foto: Pexels
La automedicación de los chimpancés va más allá del uso de 'Aspilia'. Se les ha visto ingiriendo ciertas plantas que no forman parte de su dieta regular, lo cual indica que saben diferenciar los usos alimenticios de los medicinales. Este fenómeno, conocido como zoofarmacognosia, demuestra que la necesidad de sanar podría estar impulsada no solo por instintos, sino también por el aprendizaje dentro de la misma especie.
En el mundo de los insectos, las orugas lanudas muestran un notable ejemplo de automedicación. Estas orugas, cuando se ven amenazadas por parásitos o infecciones, tienden a consumir plantas que contienen alcaloides tóxicos, lo cual ayuda a reducir la carga de parásitos en sus cuerpos. Aunque estos compuestos resultan nocivos para otros depredadores, las orugas lanudas parecen tener cierta tolerancia que les permite beneficiarse sin sufrir efectos adversos graves.
Las orugas lanudas buscan plantas que contienen alcaloides tóxicos que les permite combatir los parásitos en su organismo. Foto: Nat Geo
Un estudio en América del Norte reveló que las orugas expuestas a ciertos parásitos optan por plantas que tienen un efecto letal sobre estos intrusos. Este comportamiento no solo protege a la oruga de infecciones graves, sino que también aumenta sus posibilidades de alcanzar la fase adulta.
Los monos capuchinos y algunos lémures en Madagascar se destacan por su uso de plantas como repelente. Se ha documentado que estas especies se frotan con plantas cítricas y resinas para protegerse de los insectos. Los capuchinos, por ejemplo, frotan sus cuerpos con hojas de plantas aromáticas, lo cual actúa como una barrera contra mosquitos y otros insectos.
Este comportamiento también es común en algunos grupos de lémures que usan plantas con propiedades antibacterianas, demostrando que la automedicación en animales no solo se limita a la ingesta, sino también a prácticas externas para repeler insectos y evitar infecciones cutáneas.
Entre las aves urbanas, la creatividad en el uso de repelentes destaca con un hallazgo peculiar: el uso de colillas de cigarrillo para ahuyentar parásitos. Investigadores han descubierto que especies como el gorrión común incorporan colillas en sus nidos, aprovechando el efecto insecticida de la nicotina para reducir la presencia de ácaros y otros parásitos.
Las aves urbanas emplean colillas de cigarrillo en sus nidos, aprovechando la nicotina como repelente para proteger a sus crías de parásitos y depredadores. Foto: UNAM
Aunque el uso de colillas representa un riesgo para las crías por las toxinas que contienen, esta práctica parece reducir la incidencia de parásitos. Este comportamiento ilustra cómo la exposición a ambientes urbanos ha llevado a ciertas aves a desarrollar métodos alternativos de protección.
Las mariposas monarca emplean una estrategia para proteger a sus crías de infecciones. Estas mariposas seleccionan cuidadosamente plantas del género 'Asclepias', conocidas como algodoncillo, para depositar sus huevos. El algodoncillo contiene compuestos tóxicos que, si bien son tolerados por las larvas de monarca, resultan letales para los parásitos.
Estudios han demostrado que las hembras monarca prefieren plantas que ofrecen mayor protección contra parásitos en las etapas iniciales de desarrollo de sus crías, lo que incrementa las probabilidades de supervivencia en un entorno amenazante. Este comportamiento refleja un instinto de protección que podría ser clave para la continuidad de esta especie migratoria.