Las continuas investigaciones sobre los volcanes activos nos han proporcionado nuevas perspectivas para estimar el impacto de la actividad volcánica en zonas geográficas, no solo en nuestro propio planeta, sino también en cuerpos celestes distantes. Esto se evidencia gracias a observaciones recientes de la NASA, que podrían ayudarnos a entender mejor la naturaleza de estos fenómenos y su impacto en la formación y evolución de planetas y lunas.
La actividad volcánica en el espacio, aunque menos visible que en nuestro planeta, ofrece claves cruciales sobre la geología y la historia de otros cuerpos celestes. Estos estudios no solo proporcionan información sobre los procesos volcánicos, sino que también ayudan a desentrañar las fuerzas que han moldeado el sistema solar desde sus inicios.
Los volcanes más antiguos y activos se encuentran en Io, una de las lunas de Júpiter. Este mundo, tumultuoso y vibrante, es famoso por sus espectaculares erupciones volcánicas, las cuales han sido continuas desde que el sistema solar se formó hace aproximadamente 4.571 miles de millones años
No está demás mencionar que, Io es el cuerpo con más actividad volcánica que conocemos. A pesar de su intensa actividad, los científicos todavía tienen mucho que aprender sobre la historia de Io, incluido el tiempo exacto que lleva en erupción.
Sin embargo, la actividad volcánica en Io es tan constante que renueva completamente su superficie cada millón de año, lo cual hace creer que podría tener 4.500 millones de años.
Io, la luna de Júpiter con volcanes de casi 450.000 millones de años de antigüedad. Imagen: IA
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Los volcanes de Io son casi tan viejos como el Sol, esto se deduce de los estudios geológicos y espectroscópicos que indican que la actividad volcánica ha sido continua desde la formación del sistema solar hace unos 4.500 millones de años. Debido gran parte a las interacciones gravitacionales con Júpiter y otras lunas cercanas que generan el calor interno necesario para mantener la actividad volcánica a través del tiempo.
"No es posible observar la superficie de Io y decir algo sobre lo que ocurrió hace más de un millón de años" señala Katherine de Kleer, astrónoma planetaria de Caltech.
En un estudio hecho por Kleer y su equipo, se utilizó el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA) para registrar los gases en la atmósfera de Io. Los resultados revelaron que la luna ha perdido entre el 94%y el 99% de su azufre original. Este hallazgo apoya la teoría de que Io ha estado en erupción desde hace aproximadamente 4.500 millones de años, lo que coincide con los modelos sobre la evolución de Júpiter y sus lunas interiores.
Sol, el enorme astro que ilumina parte de la Vía Láctea. Imagen: National Geographic
Los volcanes en Io, la luna de Júpiter, se originan debido a las intensas fuerzas de marea generadas por la fuerte gravedad de Júpiter, combinadas con las interacciones gravitacionales con otras lunas cercanas como Europa y Ganímedes. Esta situación causa un calentamiento interno conocido como calentamiento de marea. El calor derrite el interior rocoso de Io, permitiendo que el magma alcance la superficie y resulte en actividad volcánica continua.
Aunque los científicos desean determinar si este fenómeno ha sido constante, las erupciones continuas y los flujos de lava han enterrado cualquier evidencia de procesos geológicos antiguos.
"La dinámica orbital de los satélites planetarios puede llegar a ser muy caótica", menciona el científico planetario del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, James Tuttle Keane. Afirman que las lunas de Júpiter pueden entrar y salir de órbitas estables, colisionar entre sí y a veces ser expulsadas del sistema solar.
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La NASA utiliza telescopios terrestres y espaciales, así como sondas espaciales como la misión Juno, para observar las emisiones térmicas y las características de la superficie de Io. Estas observaciones incluyen imágenes de alta resolución y espectroscopía para estudiar la composición química y la actividad volcánica.
El Hubble es un telescopio científicos de la NASA usan para ver objetos a miles de millones de años luz como las lunas de Júpiter. Foto: NASA
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El estudio de Io puede proporcionar información clave sobre cómo los procesos geotérmicos podrían apoyar nichos ecológicos en ausencia de luz solar, similar a como se observa en los respiraderos hidrotermales en la Tierra. Esto ayuda a entender las condiciones bajo las cuales podría surgir o sostenerse vida en ambientes extremos fuera de nuestro planeta.
Por ejemplo, en la Tierra, los organismos extremófilos prosperan en entornos volcánicos como fuentes termales y respiraderos hidrotermales. Estudiar Io nos ayuda a comprender si procesos similares podrían sostener vida en ambientes volcánicos extraterrestres donde el calor y la química adecuada estén presentes.
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