En el contexto de la Guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética (URSS) competían por ser el primer país en llegar a la Luna. Sin embargo, justo en aquella época, se hizo conocida la historia de un profesor en Zambia que aseguraba que se uniría pronto a la carrera espacial y no solo llegaría antes al satélite natural, sino que luego viajaría a Marte.
El hombre, profesor de ciencias en Lusaka, capital de Zambia, se llamaba Edward Makuka Nkoloso y su tripulación fue bautizada por él mismo como "Los afronautas".
“Algunas personas piensan que estoy loco, pero me reiré el día que plante la bandera de Zambia en la Luna”, dijo, ante la agencia Associated Press, Nkoloso, autoproclamado director de la Academia Nacional de Ciencias, Investigación Espacial y Filosofía de Zambia, país que había dejado ser colonia británica en 1964.
El profesor zambiano reclutó a 12 alumnos suyos y los sometió a un riguroso entrenamiento creado por él mismo.
Las pruebas para convertirse en "afronauta" eran muy variopintas: meterse dentro de barriles y rodar colina abajo para experimentar condiciones de ingravidez, así como mecerse en columpios altos para experimentar la sensación de caída libre cuando corten las cuerdas, tal como se puede apreciar en el siguiente vídeo.
“Algunas de nuestras ideas están muy por delante de los estadounidenses y los rusos y, en estos días, no dejaré que nadie vea mis planes de cohetes”, sostenía.
Entre la tripulación de afronautas, estaban Godfrey Mwango (21 años), joven que aterrizaría en la Luna, y Matha Mwamba (16 años), niña que se dirigiría a Marte. Todos viajarían en la nave espacial Cyclops I, nombrada así en honor al perro de Nkoloso.
Los adolescentes, contaba el profesor zambiano, partirían junto con un misionero cristiano y 10 gatos. Estos últimos, además de servir como compañía para los viajeros, se utilizarían para corroborar si ambos mundos tenían condiciones aptas para la vida antes de que los humanos pisen su superficie.
Para volver realidad su proyecto, Nkoloso incluso llegó a solicitar entre 20 millones y 2.000 millones de dólares a la UNESCO y a diversos países, mas no recibió ninguna respuesta.
Como el lector podrá imaginar, el proyecto de Nkoloso nunca se ejecutó.
Cuando Associated Press volvió a Zambia en 1965, el profesor escolar culpó a sus pupilos de abandonar el programa tras terminar sus estudios y también a los"países imperialistas" por no haber financiado su proyecto.
Las opiniones en torno a Nkoloso eran diversas: mientras unos lo tildaban de ignorante y loco, otros resaltaban que era una persona muy inteligente y que su proyecto era una sátira a las grandes potencias del mundo, quienes se encontraban abstraídas en la carrera espacial y desconectadas de la realidad, escribe la periodista zambiana Namwali Serpell para New Yorker.
La sátira podría verse en comentarios de Nkoloso como: "hemos estado estudiando el planeta a través de telescopios en nuestra sede y ahora estamos seguros de que Marte está poblado por nativos primitivos” o "le he advertido al misionero que enviaremos de no imponer el cristianismo a la gente [extraterrestres] si no lo quieren".
Aunque nunca se concretó, el proyecto de los afronautas de Nkoloso ha inspirado en los últimos años a un sinfín de proyectos artísticos (cortometrajes, documentales, exposiciones, etc.) que imaginan un futuro distinto, donde los africanos dominan la exploración espacial. Estas obras, al mismo tiempo, nos plantean la siguiente pregunta: ¿quién impondrá su visión del mundo si alguna vez llegamos a colonizar otros planetas?