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Ciencia

¿Cómo está afectando la pandemia de coronavirus al cerebro de bebes y niños?

Investigaciones internacionales señalan que hay enormes diferencias entre la forma en que se desarrollaban los menores antes de la pandemia y la manera en que lo hacen hoy.

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Una maestra con traje de bioseguridad da una lección a una niña en su casa de Cali, Colombia. Foto: Luis Robayo/AFP

La periodista científica Melinda Wenner Moyer ha publicado un artículo en la revista Nature para explicar de qué manera la pandemia ha perjudicado el desarrollo cerebral de los bebes y los niños en un contexto de aislamiento, estrés y nuevas costumbres. En el manuscrito, mencionó algunas investigaciones que demuestran cambios significativos en el comportamiento de esos grupos etarios después de que se desatara la crisis sanitaria entre el 2019 y 2020.

Al principio de la pandemia, apunta Wenner, el pediatra Dumitriu y su equipo del New York-Presbyterian Morgan Stanley Children’s Hospital en Nueva York se sintieron aliviados porque la mayor parte de bebés expuestos a la COVID-19 parecían no sufrir las consecuencias; sin embargo, más adelante se comprobó lo contrario.

Dumitriu le pidió a Morgan Firestein, investigadora posdoctoral de la Universidad de Columbia, que comparara datos recopilados —desde fines de 2017— de habilidades motoras de bebes de hasta seis meses con resultados de bebés recién nacidos poco antes y luego de la pandemia. ¿Cuál era el estado neurológico de esos grupos?, se preguntaron. Los resultados pueden ser revisados en JAMA Pediatrics.

“Los infantes nacidos durante la pandemia obtuvieron puntajes, en promedio, más bajos en las pruebas de motricidad gruesa, motricidad fina y habilidades de comunicación en comparación con los nacidos antes”, escribió Wenner Moyer, también colaboradora de la revista de divulgación Scientific American. Ella resaltó que no importaba si los padres ya habían sufrido una infección.

Y esto estaría relacionado con el estrés de los progenitores, lo cual afectaría negativamente la evolución cerebral del feto. Otra propuesta, en cuanto a los niños, es que en el entorno familiar habría menos interacción; la reducción del tiempo de juego también se suma a la hipótesis.

Un grupo de mujeres y niños usan mascarillas como precaución contra el coronavirus COVID-19 cuando cruzan una carretera en Beijing. Foto: AFP.

Para Moriah Thomason, psicóloga de niños y adolescentes de la Escuela de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York, estas condiciones tendrían una fecha de caducidad. Una vez superados los obstáculos, no encontraremos heridas o secuelas producto del cambio de actitud por el coronavirus, sugirió.

Sean Deoni, un biofísico médico, se concentró junto con sus colegas en estudiar cómo los factores ambientales dan forma al desarrollo del cerebro en los bebés dentro del laboratorio de imágenes avanzadas (resonancia magnética) de la Universidad de Brown en Providence.

Deoni realizó el seguimiento de un estudio efectuado durante siete años por los Institutos Nacionales de Salud acerca de habilidades motoras, visuales y del lenguaje en la primera infancia. Como otros expertos le comentaron que los bebés decayeron en las mediciones, llamadas puntuaciones de desarrollo neurológico, contrastó los promedios anuales con los datos pandémicos y observó un “desmoronamiento” entre finales del 2020 y 2021.

Una investigación diferente, en el Reino Unido, publicada el 21 de mayo de 2021 por Infant and Child Development muestra que la poca interacción entre niños y las nulas atenciones grupales podrían estar frenando el desarrollo del liderazgo y el lenguaje. En total, los firmantes del artículo encuestaron a 189 padres de familia, cuyos hijos tenían edades de entre 8 meses y 3 años.

El 27 de abril de 2021, mediante un paper de la Universidad de Oxford en PNAS, se supo de una caída en picada con respecto a las evaluaciones nacionales para niños en 2020, en comparación con las de los tres años anteriores.

Es importante averiguar todos los detalles del costo psicológico de la pandemia en los niños. Foto: Unicef

Además, Melinda Wenner Moyer incluyó las consecuencias del uso de mascarillas faciales, protección que ya se ha convertido en un hábito. ¿Si los padres ocultan su rostro a sus niños, ellos dejarán de expresar mejor sus emociones?, se cuestionó la periodista.

Un estudio subido a la web de Developmental Science, el 3 de mayo de 2021, informó que niños de dos años entendían la mayoría de palabras pronunciadas por sus padres, quienes utilizaban barbijos opacos. Así lo ratificó Leher Singh, psicóloga de la Universidad Nacional de Singapur. La conclusión se repite en PLOS ONE a través de otro paper del Departamento de Psicología y Centro Waisman en la Universidad de Wisconsin.

El estrés de los bebés dentro del útero materno

Catherine Lebel, psicóloga que dirige el Laboratorio de Neuroimagen del Desarrollo en la Universidad de Calgary en Canadá, y un equipo de investigadores encuestaron a 8.000 mujeres embarazadas durante el periodo de pandemia. La mitad declaró haber tenido ansiedad y un tercio, síntomas de depresión, valores más altos si se examinan con los datos anteriores a la crisis sanitaria.

Con el objetivo de conocer cómo perjudicó esto a los bebés en el vientre, escanearon 75 cerebros a tres meses del nacimiento. En el preprint de la plataforma medrxiv, se demostró que las conexiones del principal órgano del sistema nervioso variaron en pequeños cuyas madres informaron angustia prenatal.

Escáneres cerebrales que muestran patrones de conectividad promedio entre la amígdala y otras regiones en bebés. Foto: Kathryn Manning

Según Livio Provenzi, psicólogo de la Fundación IRCCS Mondino en Pavía, Italia, el estrés y ansiedad en el transcurso del embarazado también se relaciona con la regulación de emociones y la atención a los estímulos sociales en bebés de tres meses. Esto lo comprobó con su conjunto de colaboradores en la revista Development and Psychopathology.

Aunque hay cierta cantidad de indagaciones sobre los denominados ‘bebés pandémicos’, de acuerdo al artículo de Nature, los científicos sostienen que es pronto para “sacar interpretaciones significativas” debido a que los primeros hallazgos suelen presentar sesgos.