Si hay algún personaje peruano poco conocido en su propio país a pesar de haber influenciado significativamente en la historia de la humanidad, ese es Pedro Paulet.
El ingeniero arequipeño nacido en 1874 es considerado el padre de la aeronáutica y un pionero de la era espacial. ¿La razón? Nada menos que diseñar el primer cohete de combustible líquido, la idea que sirvió para enviar a los primeros humanos a la Luna.
Sin embargo, en el Perú, Pedro Paulet es más conocido por ser el nombre de una escuela de cadetes que por su gran invento. En un intento por cambiar eso, el Banco Central de Reserva ha estampado su rostro en los billetes de 100 soles que circulan desde este jueves 22 de julio.
Álvaro Mejía, documentalista e investigador sobre la vida del inventor peruano, relata que, cuando Paulet era niño, recibió un libro de parte del sacerdote francés Hipót Duhamel, uno de sus maestros.
Era un ejemplar de “De la Tierra a la Luna”, escrito por Julio Verne. La obra muestra la obstinación e ingenio de un grupo de personas que diseñó un enorme cañón para enviar un proyectil —con humanos dentro— al satélite natural, cruzada que debía tomar en cuenta una serie de cálculos astronómicos.
Ilustración del libro "De la Tierra a la Luna" (izquierda) y su secuela "Alrededor de la Luna" (derecha). Foto: Museo Metropolitano de Arte (Nueva York)
Según contó Mejía a la BBC, ese libro sembró en Paulet la obsesión por los vuelos espaciales, que en esa época no existían.
Paulet ya estaba familiarizado con la propulsión y los cohetes porque fabricaba sus propios fuegos artificiales. “Desde pequeño aprendí a confeccionarlos, atando algunas veces sus guías redecillas con objetos”, escribió en una de sus memorias.
El joven inventor ingresó a la Universidad San Agustín de Arequipa, pero no contaba con suficientes recursos para seguir con sus estudios.
“Paulet casi no entró por falta de dinero, pero el rector pidió que se le tome un examen frente a un jurado y sorprendió a los presentes con su capacidad”, indica Mejía.
“Él no era un desconocido en Arequipa, aparecía en diarios por los premios que ganaba”, destaca.
Por ello, el Gobierno peruano le otorgó una beca para estudiar Ingeniería y Arquitectura en la Universidad La Sorbona de París, donde comenzó en 1895, con 21 años.
En 1901 se hizo miembro de la Sociedad Química de París, y fue en ese periodo que elabora el diseño de su “motor-cohete” alimentado por combustible líquido.
Dicho motor debía servir de impulso para el “autobólido”, la nave aeroespacial también diseñada por el peruano en 1902.
Réplica del autobólido en un museo. Foto: difusión
Su invento era revolucionario para una época en que recién se comenzaban a construir los primeros aviones con hélice y motor de explosión. Por esa razón, tuvo notables desacuerdos con científicos europeos durante las primeras décadas de siglo XX.
Paulet buscó financiamiento para la construcción del “autobólido” durante muchos años, pero no encontró apoyo.
No obstante, su diseño no había pasado desapercibido. Los científicos alemanes intentaron imitar su “motor-cohete” para construir misiles de guerra, objetivo que lograron finalmente en 1944, cerca del final de la Segunda Guerra Mundial.
Pedro Paulet falleció al año siguiente en Buenos Aires. Tenía 75 años y no logró conocer el mayor potencial de su invento.
Wernher von Braun, un científico alemán que trabajaba para el régimen nazi, fue quien logró convertir el “motor-cohete” en un misil de guerra.
Se entregó al Ejército de EE. UU. en 1945, cuando Alemania estaba prácticamente derrotada.
Debido a su gran experiencia, llegó a trabajar en la NASA, donde tomó el mando de programa espacial estadounidense, que logró enviar a los primeros seres humanos a la Luna en 1969.
El cohete que sacó de la Tierra a los astronautas Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins fue impulsado por un motor de combustible líquido, el mismo sistema que Paulet ideó casi 70 años antes.
El cohete Saturno V, que llevó a la tripulación del Apollo 11, se impulsó con un motor de combustible líquido. Foto: CNN
Si bien Von Braun se llevó el crédito de esta proeza espacial, reconoció el aporte del peruano en su libro “Historia de la cohetería y los viajes espaciales”.
“Paulet debe ser considerado como el pionero del motor a propulsión con combustible líquido”, escribió.
El inventor peruano fue un visionario de la era espacial, de esos que ideaban lo impensado. En la actualidad también los hay, como los que diseñan propulsores con láser o motores de deformación para viajar más cerca de la velocidad de la luz.
Para materializar esas propuestas, tal vez tengan que pasar cientos o miles de años.