La explosión de Trinity, la primera prueba de bomba atómica, ocurrió en el desierto de Nuevo México el 16 de julio de 1945. En ese momento, la arena circundante, la torre metálica desde la que cayó el artefacto nuclear y los cables de comunicaciones (hechos de cobre) se fusionaron en un material vítreo conocido como trinitita.
Ahora, 76 años después, un análisis de la trinitita ha revelado la existencia de un cuasicristal, el primero de origen humano. En estado natural, este material extremadamente raro solo se había encontrado en meteoritos.
Materiales como el azúcar, la sal o el cuarzo forman cristales, ya que poseen un orden periódico: sus átomos están organizados en un patrón que se repite.
Los cuasicristales, descubiertos por primera vez en la década de 1980, son tan organizados y estables como un cristal, pero los átomos de su estructura interna siguen patrones que no se repiten. Estas características eran consideradas imposibles en la época, pero su descubridor, Dan Schechtman, logró convencer a sus colegas tras más dos décadas y obtuvo el premio Nobel de química en 2011 por su hallazgo.
El cuasicristal recién descubierto se halla en una muestra de trinitita roja, que se muestra en la imagen de este artículo. Tiene una marca de tiempo inconfundible (a través de su composición, ubicación de descubrimiento y radiactividad), que indica el lugar y momento en que fue ‘creado’.
“Los cuasicristales se forman en ambientes extremos que rara vez existen en la Tierra”, dijo en un comunicado el geofísico Terry C. Wallace, coautor del estudio publicado en la revisa PNAS.
“Requieren un evento traumático con choque, temperatura y presión extremos. No solemos ver eso, excepto en algo tan dramático como una explosión nuclear”, añadió.
Las condiciones bajo las cuales se formó este cuasicristal son casi comparables a las que formaron los cuasicristales naturales descubiertos en el meteorito Khatyrka, atribuido a la colisión de asteroides hace cientos de millones de años o tal vez desde el comienzo del sistema solar.
“Este cuasicristal es magnífico en su complejidad, pero nadie todavía puede decirnos por qué se formó de esta manera. Pero algún día, un científico o ingeniero se dará cuenta de eso y las escamas se quitarán de nuestros ojos y tendremos una explicación termodinámica para su creación”, dijo Wallace.
“Entonces, espero, podamos utilizar ese conocimiento para comprender mejor las explosiones nucleares y, en última instancia, conducir a una imagen más completa de lo que representa una prueba nuclear”, finalizó.