Científicos en Estados Unidos han descubierto una pequeña mutación genética en el virus SARS-CoV-2 que aumenta notablemente la capacidad del coronavirus para infectar las células humanas, es decir, mejora su transmisión viral.
El estudio, publicado en el repositorio BioRxiv y en proceso de revisión de pares, estuvo dirigido por la viróloga Hyeryun Choe junto a investigadores del Departamento de Inmunología y Microbiología del Instituto de Investigación Scripps en Florida, Estados Unidos.
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Los picos o “espigas” son la estructura exterior del coronavirus que le brinda su apariencia de corona y le permite adherirse a los receptores de las células del cuerpo humano llamados ACE2. No obstante, a diferencia de otros coronavirus, el SARS-CoV-2 cuenta con una proteína espiga que está dividida en dos segmentos discretos, S1 y S2.
Imagen de microscopio electrónico criogénico que muestra una vista lateral de la proteína espiga del SARS-CoV-2, la sección S1 del pico se muestra en verde y la porción S2 se muestra en púrpura. | Foto: Andrew Ward lab, Scripps Research.
Esta característica “inusual” del virus produjo que la estructura necesaria para infectar con éxito a las células humanas sea inestable, explican los investigadores. Sin embargo, en el estudio detectaron una mutación genética denominada D614G, que afecta a la proteína espiga y le proporciona una mayor flexibilidad a su “columna vertebral”.
“Los virus con esta mutación fueron mucho más infecciosos que aquellos sin la mutación en el sistema de cultivo celular que utilizamos”, señala Choe. Esta alteración permitió que el trípode se rompa con menos frecuencia, obteniendo el efecto de aumentar en “4 o 5 veces” más el número de espigas funcionales en la superficie viral del SARS-CoV-2, necesarias para infectar a las células.
Michael Farzan, coautor y copresidente del Departamento de Investigación de Inmunología y Microbiología, detalla que la alteración D614G significa que el aminoácido en esa ubicación cambia de ácido aspártico a glicina, eso lo hace más flexible y facilita que las partículas virales recién hechas realicen el viaje de la célula productora a la célula objetivo completamente intacta.
Para hallar esta mutación, los científicos llevaron a cabo una serie de experimentos en un cultivo celular de laboratorio, utilizando virus inofensivos diseñados para producir proteínas clave de coronavirus. La mutación que estudiaron, la cual ha predominado en Europa y gran parte de Estados Unidos, la compararon con el virus ese cambio, como el que se encontró al comienzo de la pandemia en Wuhan.
Farzan afirma que “el virus, bajo presión de selección, se ha vuelto más estable”. A través de las cepas secuenciadas que los científicos a nivel mundial han estado contribuyendo a las bases de datos, se reflejó que, en las primeras etapas de la pandemia, ninguna mostró la mutación D614G. No obstante, en marzo, apareció en 1 de cada 4 muestras y para el mes de mayo, estuvo presente en el 70 % de ellas.
“Nuestros datos son muy claros, el virus se vuelve mucho más estable con la mutación”, asevera Choe. Si los cambios observados en el coronavirus también se traducen en una mayor transmisibilidad en el mundo real, advierten los investigadores, se requieren estudios epidemiológicos adicionales para demostrar si la mutación ha alterado el curso de la pandemia.
El equipo también detectó que los factores inmunes del suero de las personas contagiadas funcionan igualmente bien contra los virus diseñados con y sin la mutación D614G. Choe asegura que esa es una señal de esperanza de las vacunas candidatas para la COVID-19 podrán servir contra variantes con o sin esa alteración.