Josep Borrell se inclina hacia delante para hacerse oír entre el estruendo del tren que recorre lentamente Ucrania, donde acaba de concluir su última visita, al término de cinco tumultuosos años al frente de la diplomacia de la Unión Europea.
"Siento cierta nostalgia", dice el socialista catalán de 77 años a un periodista de AFP.
El trabajo de jefe de la diplomacia de un bloque de 27 países suele ser sin embargo ingrato.
Los Estados miembros, sobre todo los grandes, defienden sus prerrogativas en materia de relaciones exteriores y a veces es imposible acordar una posición común.
En sus cinco años de mandato, que terminan en diciembre, Borrell vivió en primera línea algunos de los acontecimientos más significativos de la historia reciente, desde la pandemia de covid-19 hasta el conflicto en Oriente Medio.
Pero fue sin duda la invasión rusa de Ucrania, lanzada la noche del 24 de febrero de 2022, la que sacudió su mandato y lo llevó a cambiar el enfoque diplomático de la UE.
Exministro español de Asuntos Exteriores con más de 40 años de experiencia política, Borell empezó inmediatamente a presionar para que la UE garantizara el suministro de armas a un país en guerra, que hasta entonces era una línea roja para muchos países del bloque.
En respuesta, sus colaboradores le presentaron una propuesta de ayuda a Ucrania de apenas 50 millones de euros (53 millones de dólares).
"Dije: 'están locos' ¿saben de lo que estamos hablando? Eso es una guerra. Agreguen un cero a esa cifra", recuerda. Y asegura: "fue un gran avance en nuestra forma de actuar".
Desde entonces, la UE destinó más de 120.000 millones de euros en ayudar a Ucrania y castigó a Rusia con 14 rondas de sanciones para obstaculizar su esfuerzo bélico, pese a la oposición de países como Hungría.
Borrell lamenta que, por el contrario, la UE no haya mostrado determinación en Gaza.
"Nos hemos convertido en un actor en Ucrania, pero no en Oriente Medio", afirma, considerando que esta impotencia para actuar ha dañado la reputación de la UE en la escena internacional.
Frente a la devastadora ofensiva de Israel en la Franja de Gaza tras el mortal ataque lanzado por Hamás en su territorio el 7 de octubre de 2023, la Unión Europea permaneció paralizada por sus divisiones.
Borrell fue a menudo la excepción, denunciando lo que considera los excesos de Israel.
"Mi mayor frustración es no haber logrado que se entienda que una violación del derecho internacional es una violación del derecho internacional, sea quien sea el responsable", afirma este diplomático que ha levantado ampollas en algunas capitales europeas al decir mucho más de lo que se había pactado de antemano.
"Debemos romper tabúes", defiende, asegurando que la UE tendrá que reformar la función de jefe de su diplomacia, que "necesita más poder".
"Si no se hace el cambio, Europa nunca será un actor geopolítico", advierte.
Sus numerosos detractores en Bruselas critican sus "meteduras de pata" y errores tácticos. Como la humillación que sufrió en Moscú en 2021, cuando se enteró de la expulsión de diplomáticos europeos en plena reunión con su homólogo Serguéi Lavrov.
Exprofesor universitario, Borrell recarga pilas paseando y leyendo.
En el tren de regreso, recuerda el poema de Antonio Machado: "Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar".
Este lunes presidirá su último consejo de ministros de Relaciones Exteriores de la UE.
Le sucederá en diciembre la ex primera ministra estonia Kaja Kallas, de 47 años, en un mundo más imprevisible tras la elección de Donald Trump en Estados Unidos.
"Si Europa no está en la mesa, estará en el menú", advierte el diplomático, defendiendo que la UE debe aprender el "lenguaje del poder".
"Mucha gente aún no lo tiene claro", lamenta.
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