Salud

El viaje del virus en un paciente infectado

Paso a paso. Ingresa por la nariz o la boca y es muy contagioso. Si bien es el pulmón el órgano más afectado durante la infección, los riñones también pueden ser dañados.

examenes coronavirus minsa
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El viaje del COVID-19 inicia de la forma más simple: a través de la nariz y la boca. Y esta es la razón por la que es altamente transmisible. Un solo infectado puede contagiar, en promedio, a tres o más personas.

El virus se propaga a través del contacto directo, como la interacción física con un contagiado; y de manera indirecta, a través de objetos contaminados.

“Este virus ubica receptores en las células humanas. Los receptores están en todas las células del cuerpo, pero hay una mayor cantidad a nivel del árbol bronquial y de los alvéolos pulmonares”, explica Manuel Espinoza, infectólogo del Instituto Nacional de Salud (INS).

Ello explica por qué los pulmones son los órganos que se ven más afectados por el COVID-19, que si bien no tiene vida, sí lleva un “mensaje genético que entra a las células del cuerpo y empieza a multiplicarse”.

La ruta del virus

El microorganismo, una vez dentro del paciente, invade sus células endoteliales (parte del endotelio vascular) y luego avanza hacia los pulmones.

Espinoza precisa que si bien es una infección sistemática, el COVID-19 tiene una dirección predilecta: la parte respiratoria del cuerpo humano.

Al inicio, la persona puede no presentar molestias. Es el periodo conocido como el de incubación; sin embargo, eventualmente llega el momento en que el cuerpo reconoce a un “enemigo dentro y empieza a atacar”. Es en este punto es que aparecen las primeras manifestaciones clínicas, como el dolor de garganta o la nariz tupida.

Pero no todos las tienen, algunos presentan fiebre, dolor muscular, entre otros síntomas, y hay quienes no evidencian ninguna molestia.

Para Doris La Chira, neumóloga del SISOL, hay personas que no pueden vencer la “invasión del virus”, el cual baja a los bronquios y de ahí va directo a los pulmones. ‘‘En esa etapa de inflamación, el paciente comienza a tener fiebre intensa, una tos seca persistente y dolor de pecho”, explica.

Espinoza, por su parte, detalla que el cuerpo cuenta con diversos mecanismos de destrucción para hacer frente al COVID-19. “La inmunidad humoral, que produce anticuerpos para defendernos de una enfermedad, se fija en el cuerpo extraño como un suicida, agarra el virus y destruye todo para evitar que se siga propagando”, explica.

Sin embargo, la reacción del organismo ante el COVID-19 dependerá de la ‘‘carga de inóculo’’ que haya, que quiere decir la cantidad de virus que ha ingresado al cuerpo; además de cómo esté el sistema inmunológico del paciente.

Cuando el virus llega hasta los pulmones se produce la neumonía, que puede provocar desde una ligera dificultad para respirar hasta una baja producción de oxígeno. En el segundo caso, la persona debe ser conectada a un ventilador.

El infectólogo Espinoza sostiene que la causa de la muerte de los pacientes con COVID-19 no es el virus en sí, sino el “distrés respiratorio”, la insuficiencia renal, las infecciones ‘‘antes llamadas intrahospitalarias’’, el shock séptico y hasta la hemorragia intracraneal.