Dos agentes que iniciaron el operativo final se enamoraron durante el trabajo de inteligencia. Llevan tantos años juntos como Guzmán en prisión.,Tal vez el amor pueda mover montañas, o no, pero lo seguro es que sí hizo posible la captura del cabecilla terrorista más sanguinario de la historia peruana, Abimael Guzmán. PUEDES VER: 24 años después, caída de la cúpula de Sendero aún genera divisiones | VIDEO Con pocos recursos y escaso apoyo institucional, los agentes del GEIN hubieran desmayado en el ambiciosísimo propósito de capturar al hombre que había generado terror y más de 12 mil muertes en el país. Mas el amor lo hizo posible, según afirma el comandante policial Guillermo Bonilla, partícipe de esta epopeya. “Tuvimos éxito porque nos enamoramos de lo que hacíamos”, fueron sus palabras tras la proyección del documental "Operación Victoria", realizada la semana pasada en el Lugar de la Memoria (LUM), en ocasión de un nuevo aniversario de esta hazaña. La pasión estuvo presente en cada instante de su relato: “Todo el tiempo hablábamos de Sendero Luminoso, no comíamos, no nos bañábamos, hacíamos cosas locas, se pasaban las horas volando, como cuando estás enamorado”. Así estaban de enamorados los agentes Julio Becerra, llamado “Ardilla”, y Ana Cecilia Garzón, apodada “Gaviota”. Su relación amorosa lleva tantos años como los que Abimael Guzmán tiene en prisión, pues el amor que hoy se profesan nació durante esos días de intenso seguimiento policial a Sendero Luminoso, bajo la dirección de los entonces comandantes Marco Miyashiro y Benedicto Jiménez, líderes del Grupo Especial de Inteligencia de la Policía (GEIN). Julio Becerra y Ana Cecilia Garzón se enamoraron pocos meses antes de aquella noche del 12 de setiembre de 1992, cuando fueron los primeros en irrumpir en la vivienda de la bailarina Maritza Garrido Lecca y su esposo, Carlos Incháustegui, en Surquillo, donde ocultaban a Guzmán y miembros de la cúpula senderista. Ambos agentes se encontraban replicando su rol de enamorados en una simulación destinada a vigilar la casa sin levantar sospechas. Con recursos tan limitados, no había dinero para comprar ni los Chizitos ni las gaseosas que les hubiesen permitido disimular mejor. Solo les quedaba besarse y besarse más hasta que llegara la orden de “golpear”. Cuando la bailarina y su esposo -luego condenados por terrorismo- salieron a despedir a dos visitantes ocasionales, la otra pareja los embistió. “Ardilla”, como era apodado Julio Becerra, fue atacado por el desesperado Carlos Incháustegui, que intentó arrebatarle el arma pero no lo consiguió. Instantes después, los intervenidos eran controlados por “Gaviota”. PUEDES VER: Imágenes de la captura de Abimael Guzmán, cabecilla de Sendero Luminoso | FOTOS Esto le permitió a Julio Becerra explorar velozmente la casa y así llegó el “eureka”. A pesar de los días y noches de seguimiento y de todas las pistas halladas, solo al ver el rostro del barbudo en el segundo piso, pudo dar por seguro el preciado objetivo. "No sabíamos qué había adentro, podíamos salir vivos o no", relata "Gaviota". Para ella la emoción llegó luego, pues en ese momento solo podía estar alerta, para que nada obstruyera el operativo, y temerosa por la vida de su ahora esposo. Momentos después hicieron su llegada los demás agentes del GEIN y el golpe mortal a Sendero Luminoso se había consumado. Llegó allí la conocida escena de Ketin Vidal, entonces jefe de la Dincote (de la que dependía el GEIN), frente al león rendido que era Abimael Guzmán, quien desde entonces solo puede bailar "Zorba, el griego" solo y en prisión. Aunque Ana Cecilia y Julio muestran mucha ternura al hablar de su romance, el que esperan dure "muchos años más", no siempre se llevaron así de bien. "Al principio nos odiábamos", recuerda ella y no puede evitar reír. Los motivos de esa antipatía eran tan sencillos como la disputa por quién utilizaba el radio cierto día. De la enemistad pasaron a hacer buenas migas y eso dio paso a su bella historia personal. Se casaron seis meses después de la captura. Ana Cecilia admite que la gran hazaña que vivieron juntos los unió más, así como consolidó a la mayoría de los miembros del GEIN como una sola familia. "A nosotros nos movió el amor por nuestro país, por la gente, por la paz que merecía el Perú", explica. Pero el amor no siempre es correspondido. Han pasado 24 años y los agentes del GEIN no fueron recompensados como lo hubiesen esperado. El mismo GEIN fue desintegrado poco después. "Muchos integrantes se han sentido desairados", comentó Carlos Morán, otro de los agentes del grupo especial, durante el mencionado evento en el LUM. Ellos han tenido que seguir la complicada vía regular para poder ascender, mientras los reconocimientos que les ha hecho el Congreso solo han sido simbólicos. "Cada año cambiaban los requisitos para ascender. Quienes han formado parte del GEIN debieron hacerlo automáticamente, con solo cumplir con los requisitos, pero no pasar por todo este proceso", opinó la otrora "Gaviota", quien se retiró en el año 2010 habiendo alcanzado el grado de suboficial superior. PUEDES VER: Gustavo Gorriti: “La caída de Sendero no es logro de gobierno fujimorista” Su esposo continúa combatiendo a los remanentes terroristas desde la Dincote y, en vez de disfrutar de los merecidos laureles, se enfrenta a numerosos obstáculos para alcanzar el grado de coronel. El destino de Benedicto Jiménez ha sido distinto y el más lamentable, pues cumple prisión preventiva por su presunta implicancia en la red Orellana. Él solicitó su baja en el año 2004, sin haber podido ascender del grado de coronel y luego de haber visto obstaculizada su carrera policial por contar la verdad de sus logros a través de sus libros. Pero la exagente confía en la inocencia de quien, ante la opinión pública, pasó de héroe a villano. "Todavía no se le ha demostrado nada. Él es inocente de todo", afirma. Como las buenas familias, gran parte del grupo de agentes continúa unido a pesar de las adversidades. Hace poco se reunieron en ocasión de un nuevo aniversario de la captura. Por fortuna, no todos son tan ingratos como lo ha sido el Estado, y quienes conocen su historia los tratan con deferencia y admiración. Hacen colas para tomarse fotografías con estos héroes que apelaron a la inteligencia para detener la gran sangría que fue el conflicto armado. "Una cosa que le demostramos al mundo es que para derrotar a las organizaciones criminales, por más criminales que sean, hay que respetar los derechos humanos", sentenció, por su parte, el oficial Bonilla. Las muertes que no ocurrieron, nuestras vidas lejos del terror se las debemos a ellos y a su amor por lo humano.