Suboficial PNP José Millones estuvo con ellos en helicóptero que los llevó a Alto Lagunas. Cuenta que tenía la misión de quedarse "sí o sí". Reconoce que no tenían munición suficiente, y debieron comprarse guantes de construcción.Misión suicida., María Elena Castillo. Una falta de planificación en el operativo para rescatar a los trabajadores de Camisea y la indolencia de los jefes que estuvieron a cargo de esa acción parecen confirmarse con el relato del suboficial PNP José Millones , quien dijo que el pasado 12 de abril él y sus tres compañeros de la Dinoes recibieron la orden de bajar, pese a que los subversivos estaban disparando desde tierra. "Empezamos a hacer sobrevuelo, el helicóptero hace la primera sombra y escuchamos disparos; lo repelemos. Se hace un segundo sobrevuelo, lanzan la cuerda y empiezan a bajar Tamani , Vilca y Astuquillca . La misión era bajar, sí o sí, en ese punto", contó en el programa Abre los Ojos. El efectivo relató que cuando se aprestaba a bajar el cuarto efectivo se reanudó el ataque de los terroristas, la nave levantó el vuelo y comenzó a "roquetear". Agregó que cuando el helicóptero intentó bajar nuevamente en una pampa cerca a una cabaña les dispararon nuevamente. "Nos empiezan a dar de lleno, nos dan fuerte, hubo muchos más disparos. Ahí es cuando caigo herido y al ver los disparos pasar, la gente trata de cubrirme", comentó. Millones sostuvo que él no se encontraba en la puerta del helicóptero, listo para saltar como aseguró una nota informativa de la policía. Precisó que él se encontraba dentro de la nave, junto a la puerta trasera, donde estaba al artillero. CASI DESARMADOS El suboficial indicó que los efectivos de la DINOES fueron trasladados a la zona con el argumento de que recibirían un curso de preparación a cargo del Ejército en Mazamari ; sin embargo, cuando llegaron allí, los llevaron a Pichari. Antes de partir les entregaron una AKM y dos cacerinas, pero, a insistencia de ellos, les dieron dos cacerinas más. "No había rehenes, no sabíamos nada de eso. Nosotros fuimos con una misión, a censar a las comunidades", dijo. A pesar del cambio de misión, no les dieron más municiones ni otros pertrechos necesarios para la operación de rescate, como guantes para descender del helicóptero. "Usamos guantes de construcción que nosotros adquirimos. Había gente que buscaba trapos para taparse las manos", afirmó. Recordó que una de las cuatro cacerinas que le dieron tenía el resorte malogrado, es decir, inutilizable. COMPRÓ SUS MEDICINAS José Millones cuenta que una bala impactó en su rostro, por lo que lo derivaron al hospital de Policía, en Lima. En dicho nosocomio fue atendido inicialmente y dado de alta pocas semanas después. Refiere que una vez que el descanso médico culminó el domingo pasado, se vio obligado a comprar algunas cremas en una farmacia privada con su propio dinero para continuar con su tratamiento. Afirma haber solicitado atención psicológica porque los médicos del hospital de Policía que lo atendieron le diagnosticaron padecer una psicosis de guerra; sin embargo, hasta ahora no ha recibido el tratamiento requerido. SIN MEDICINAS NI EQUIPOS MÉDICOS El adjunto de la Defensoría del Pueblo , José Ávila, visitó al suboficial Millones en el Hospital de Policía y pudo constatar los problemas de atención que sufren los efectivos que llegan heridos de la zona de conflicto. Relató que varios de ellos se han quejado de falta de equipos y de suministro de medicinas para su tratamiento, lo que fue confirmado por el personal sanitario que trabaja allí. "Me dicen que tienen problemas de material, de instrumental quirúrgico, de medicinas, que el hospital ha desbordado su capacidad de atención", señaló. Añadió que incluso al visitar los pabellones observó que varios de ellos están sobrepoblados, pues tienen capacidad para seis camas, pero están internados hasta 15 pacientes por ambiente.