Cecilia Blondet . Directora ejecutiva de Proética . Experta en temas de transparencia advierte que se escucha cada vez más fuerte el discurso racista y despectivo que aterra al incauto y ofende a la mayoría . Inés Flores. ¿Cree en las promesas de rectificación de los candidatos? Los candidatos prometen que nada va a ser igual y la población se olvida de la desconfianza por unos días y se imagina que todo será diferente. Se crean expectativas, pero en el fondo nadie cree a nadie... ¿No es un peligro mucho maquillaje en las candidaturas? La campaña electoral está adquiriendo matices muy peligrosos. La agresión al periodista Jaime de Althaus es inaceptable y da cuenta del peligro que nos acecha. Presiento que la campaña del miedo que han echado a andar ciertos sectores de peruanos acomodados tiene que ver con esto. ¿Por qué? Se escucha cada vez más fuerte un discurso racista y despectivo que aterra al incauto y ofende a la mayoría, cargado de supuestas situaciones que evocan los peores regímenes comunistas: “Se van a llevar a nuestros niños, van a parcelar nuestras casas, van a quitarnos lo que tenemos, ¡van a estatizar el Perú...!”. Una memoria cargada con el recuerdo de (Juan) Velasco, la cercanía de (Hugo) Chávez y Evo (Morales). ¿Hay realmente en Keiko una actitud de arrepentimiento por los delitos cometidos en el gobierno de su padre? No queda claro. Las palabras emocionadas de Keiko Fujimori diciendo, en su mitin de cierre de campaña, que el mejor gobierno del Perú fue el gobierno de su padre nos transmiten un mensaje contradictorio con la candidata que ahora toma distancia y ofrece disculpas por los excesos cometidos. La figura paterna está demasiado cerca... Hernando de Soto dice que la corrupción no es de genes... No es genético, pero es un asunto cultural, y eso lo hace extremadamente delicado. Keiko y sus hermanos convivieron con Montesinos en el SIN, vieron cómo desfilaban las autoridades para pedir a Montesinos y al Presidente audiencia, dinero o facilidades para comprar un congresista, ganar un juicio o reinterpretar de manera auténtica la Constitución. Era “normal” que así se gobernara... ¿cómo lo va a hacer ella? ¿Un eventual triunfo de Keiko implica el retorno al poder de las mismas personas que gobernaron entre 1990 y el 2000? En buena cuenta, son parte del equipo que la acompaña. No está Montesinos, pero no sabemos cuán cerca puede estar... También hay dudas respecto a Ollanta Humala. Contempla cambiar el modelo económico y revisar las licencias del espectro radioeléctrico... Humala también despierta dudas que debe despejar. Si su participación en Madre Mía es cuestionable, unos dirán: “era un militar y cumplía órdenes”; el ‘Andahuaylazo’ es un hecho inocultable de ejercicio autoritario. Ya el alzamiento de Locumba daba señales de orientación antidemocrática que luego se refuerza con la acción en Andahuaylas. Estos son hitos de una hoja de vida que hace dudar de su compromiso democrático. ¿Vale el compromiso público de Humala o su plan de gobierno entregado al Jurado Nacional de Elecciones? Mientras más pronunciamientos, actas de compromiso y acuerdos suscriban los candidatos, algo más de garantías tendremos los ciudadanos. El plan de gobierno se está convirtiendo en un documento que importa. Y Humala está atrapado en un documento de plan de gobierno que seguro ni él leyó jamás. Está en la disyuntiva de defenderlo porque tiene palabra, o tirarlo al tacho y hacer uno más real, moderado y viable como se lo piden sus técnicos importados. Todo cuesta en votos, y ese debe ser el cálculo que están haciendo. “Cuidado que nuevo gobierno no atienda reclamos” En estas situaciones de incertidumbre, ¿se necesitan mayores mecanismos de control? Hace cinco años estábamos ante una situación bastante similar: una población molesta, resentida por la falta de atención de sus autoridades, amenazando con acciones violentas si no se escuchaba su reclamo de inclusión. Querían, con razón, compartir los beneficios del crecimiento económico. Y no se compartieron esos beneficios... Así es, porque las escuelas rurales siguen sin bancas y sin techo; los enfermos en los pueblos alejados se acostumbraron a vivir sin medicinas, incómodos en catres sin flejes siquiera... y ni hablar de la condición de las comisarías. Si el nuevo gobierno no toma en serio este reclamo y revierte el abandono con una seria inversión en los sectores sociales y de Justicia, de acá a cinco años tendremos, en realidad, un liderazgo que no entre en contemplaciones y que busque venganza por falta de atención. ¿Qué se debe hacer? Este reclamo por compartir el crecimiento no se resuelve con óbolos mineros o canastas de víveres para las mujeres pobres. ¡Cuidado! Es imprescindible invertir en la calidad de los servicios a la población. Además, se debe trabajar de una vez una reforma institucional que haga que el Estado funcione.