Política

Sorprendidos

“Quizás una sorpresa ya se ha producido: la mayoría a favor de disolver el Congreso en verdad no buscaba una renovación de la política, sino una nueva oportunidad para sus diversas simpatías convencionales”.

Mirko Lauer
Mirko Lauer

¿Puede la elección del 26 dar sorpresas importantes? Depende de cómo se mire. Lo más probable es que los partidos punteros desde el inicio conserven sus buenos lugares. Pero en la recta final su ventaja puede reducirse. A las regiones les gusta votar por movimientos locales, y en algunas de las más pobladas eso puede significar una superación de la valla del 5%, mientras partidos nacionales salen del juego.

Los factores de un resultado sorprendente suelen ser: el alcance limitado de las encuestas nacionales, la debilidad de las encuestas en provincias (sobre todo las del voto rural), el voto escondido, y la costumbre de decidirse en el último momento. A esto se puede sumar los efectos de un abultamiento excepcional del ausentismo y de los votos que no son para candidato alguno.

Pero todo ese coctel de factores rara vez produce un verdadero volteretazo, sino que se queda en la sorpresa parcial. Éxitos esperados que se desinflan, bajo puntajes que mejoran hasta niveles inesperados. Pero en términos generales la estadística que aparece en las últimas semanas suele sostenerse en la foto final, y es probable que así suceda ahora.

Quienes más podrían beneficiarse de un voto escondido, que a menudo no es sino un voto no comprendido por las atalayas del centralismo político, son los grupos de izquierda con una fuerte implantación regional. Aunque en las encuestas de estos días tienen cifras tan bajas que ese sinceramiento del voto oculto izquierdista puede no resultar significativo.

Uno de los misterios de esta campaña es qué está pasando con el enorme bolsón de simpatía por la disolución del Congreso. Hasta aquí parece haberse disuelto. Ninguno de los punteros de centro-derecha, AP y APP, parece particularmente vizcarrista. Al Partido Morado, el único realmente de centro liberal, las encuestas hasta el momento no le dan el lugar que se hubiera podido esperar.

Quizás una sorpresa, leve y por ello no tan sorprendente, ya se ha producido: la mayoría a favor de disolver el Congreso en verdad no buscaba una renovación de la política, sino una nueva oportunidad para sus diversas simpatías convencionales. Con otros membretes, esta podría ser una clásica elección de otros tiempos. ¿Cuáles tiempos? Elija el lector.