“Todo esto se ha vuelto tan político porque la ayuda es una promesa del Estado que no hay manera de cumplir cabalmente”.,Huaicos, inundaciones y destrucción de infraestructura se han vuelto cada vez más políticos. Han pasado a ser más frecuentes, lo cual significa menos capacidad de las autoridades para resolver cada problema. También significa más publicidad, y más flancos para la crítica política. Si fuera humanamente posible, Martín Vizcarra visitaría todos los huaicos Sin duda estamos sufriendo los efectos del cambio climático. La frecuencia de lluvias fuertes y la demora en las reparaciones crean una atmósfera de catástrofe permanente, y en consecuencia de cierta impotencia del Estado. No existe el menor indicio de que esta situación vaya a mejorar. Al contrario, los pronósticos de la ciencia son ominosos, e invitan a pensar en un ministerio de los desbordes. Hay algunos argumentos exculpadores. Las inversiones en infraestructura de ayer no están sirviendo para los embates de hoy. Los afectados de las veces anteriores insisten en mantenerse ubicados en zonas de peligro. El nuevo volumen de las lluvias crea emergencias en lugares e intensidades donde ellas no se esperaban. Pero igual la reconstrucción de los daños en el norte sigue siendo una herida abierta en el prestigio del Ejecutivo, con la sospecha adicional de que las obras no le van a poder ganar la carrera a las lluvias. Hubo daños de años anteriores que pudieron ser resueltos; los de este siglo se han vuelto otra cosa. Así, la clásica dinámica esperar-actuar-resolver no está funcionando, o por lo menos no está resultando suficiente. Algunas cosas esenciales están faltando. Por ejemplo, un pronóstico más sofisticado sobre el Perú en el cambio climático. También una indispensable desconfianza en las obras de infraestructura ya instaladas. Pero no todo es el nuevo cambio climático. También el registro histórico podría ayudar. Aunque quizás no ayudó tanto a la hora de establecer los actuales panoramas de la obra civil. Sin embargo, hay construcciones que han durado siglos, y ciertamente contienen un mensaje crítico para los ingenieros de otros tiempos y lugares. Todo esto se ha vuelto tan político porque la ayuda es una promesa del Estado que no hay manera de cumplir cabalmente. Además, las ayudas exitosas tienden a ser olvidadas, las que demoran se vuelven irritantes desde los medios. El territorio entero se vuelve impredecible, siempre más en las zonas populares.