"Se necesita un gabinete presto las 24 horas a liderar procesos de cambio. El gabinete Villanueva ayudó eficazmente a la transición luego de la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski".,Hoy el Presidente funciona de pararrayos de sus ministros, cuando debería ser al revés. Vizcarra necesita, además, un gabinete que le sirva de contrapeso, signado por personajes con peso político propio o experiencia administrativa, capaces de empujar la concreción de las ambiciosas reformas propuestas, sin que ello desgaste al Presidente. Probablemente Villanueva le permita cierta fluidez al Ejecutivo en su relación con el Congreso, quizás le tienda puentes con algunos gobiernos regionales cuya problemática conoce, pero el Premier no es el operador político que el gobierno requiere en estos momentos en que se halla embarcado en varias reformas de primer orden. No estamos además en medio de una coyuntura en la cual el Legislativo sea un particular dolor de cabeza para el gobierno. Por el contrario, la difuminación de Fuerza Popular (que seguramente crecerá con el paso de los días) le brinda un horizonte de relativa tranquilidad a Vizcarra. Algo semejante ocurre con los gobiernos regionales. En plan de instalarse se hallan abocados a tareas administrativas y si alguna problemática beligerante surge del lado de los gobernadores radicales (Aduviri, Cerrón, Cáceres o Cueva), de poco o nada servirá Villanueva para aquietarlos, ya que no tiene mayor ascendencia sobre los mencionados. Casi sin oposición, Vizcarra debería poder avanzar a paso rápido en las reformas desplegadas (política, judicial, laboral, del Estado, etc.), pero en ese afán resalta la ausencia de un gabinete de operadores o de un Premier con esas habilidades. Dada la terrible ineficacia del Estado peruano se necesita de personas con capacidad de recorrer transversalmente sus instancias administrativas, transitarlo de arriba abajo y de poder movilizar al paquidermo y producir resultados efectivos. Fujimori tuvo a Jaime Yoshiyama, Santiago Fujimori, Absalón Vásquez, entre otros. Alejandro Toledo supo convocar gabinetes autónomos y con capacidad de gestión. Alan García prácticamente se bastaba a sí mismo y eventualmente acudía a Jorge del Castillo. Kuczynski no supo rodearse de operadores calificados y ya vimos cómo terminó. En un país institucionalizado, no se necesitan esos operadores. La logística estatal funciona y permite que se mueva la máquina y se logren cometidos. Pero en el Perú pasarán muchos años o décadas hasta que eso ocurra, requiriéndose por ello, entre tanto, de esta mezcla de burócratas, tecnócratas y políticos para avanzar. Vizcarra ha decidido emprender reformas de una envergadura inédita. Durante los 90 se hacían por decenas, aprovechando la situación excepcional que se vivía. Luego, en plena democracia, la velocidad reformista se desplomó. Toledo solo firmó los acuerdos de libre comercio y procedió a la descentralización (aunque mal diseñada); Alan García apenas pergeñó algunos cambios en educación; Humala sí metió el pie a fondo en el tema educativo; y a PPK no le dio tiempo ni ganas de hacer ninguna. Vizcarra tiene en curso tres o cuatro. Con mayor razón, a pesar de no tener una oposición en ristre ni agentes de sabotaje capaces de zamaquearlo (lo más que tiene Vizcarra al frente es a Alan García conspirando grotesca e inútilmente), el gobierno está en la obligación de montar un tinglado de operadores tecnocráticos y políticos que logren que las reformas planteadas lleguen a buen puerto. Vizcarra hizo bien encaramándose en la lucha anticorrupción y eso le ha permitido niveles de aprobación tan altos que han suplido su precaria legitimidad de origen, su carencia de partido y no tener mayoría en el Congreso. Para eso le ha alcanzado, pero ese endose popular necesita traducirse pronto en acciones de gobierno efectivas. Se necesita un gabinete presto las 24 horas a liderar procesos de cambio. El gabinete Villanueva ayudó eficazmente a la transición luego de la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski. Y lo hizo correctamente. Casi no hubo sobresaltos y fluyó políticamente (aun cuando Vizcarra hizo bien desoyendo los consejos de su Premier de conciliar con el keikismo). Pero la agenda del presente exige capacidades y activos que Villanueva y su gabinete no poseen. -La del estribo: notable el libro del periodista Bob Woodward, Miedo, Trump en la Casa Blanca. Escarapela pensar cómo un personaje con las carencias del mandatario norteamericano ha podido llegar a la Casa Blanca. Solo un país tan institucionalizado como los Estados Unidos puede salir bien librado de semejante situación. El libro es un tratado de política desde las entrañas del mayor poder planetario.