¿Un año tranquilo o un año movido? Hay pronósticos para las dos opciones. Luego está el problema de definir tranquilo y movido. Quizás la mejor medida para esto es la densidad de emociones fuertes, o incluso de peligro, en la política. Hay coincidencia en que el 2018 fue movido, incluso movidísimo. ¿Puede repetirse? Las apuestas están por el lado de tranquilo. Esto significa por lo menos 12 meses de supremacía política de un Ejecutivo con mucha popularidad, una economía sin sobresaltos, un Poder Judicial que no cambiará su mejor rumbo, y administrará bien escándalos que serán básicamente una prolongación de los que ya conocemos. Si el pulseo en torno de cualquiera de esos tres factores cobra algo de fuerza, podría mover la aguja hacia intranquilo, pero no necesariamente hacia movido. El sobresalto frecuente desde la primera plana es algo que ya ha sido asimilado por el proceso político. Palabras como terremoto, bomba o tsunami han perdido mucho efecto. Pero si pocas cosas pueden hacer del 2019 un año movido, siempre hay algunas que pueden intranquilizarlo. Algunos pronósticos de la economía mundial, que nos pueden afectar, están bastante feos. Las iras de la extrema derecha local pueden dar algunas sorpresas. Lo mismo las peleas entre fiscales y jueces. Un año movido sería una cosa muy distinta. Podemos imaginar tres escenarios: una disolución del Congreso con nuevas elecciones convocadas, conflictos en la zona sur del país con real impacto en la opinión pública, una catástrofe natural capaz de cambiar las reglas administrativas del Estado y, por tanto, las políticas. La disolución del Congreso es improbable. Los conflictos en el sur, o en cualquier otro lugar, son posibles, pero su impacto nacional improbable. La catástrofe es impredecible. Pero cada uno de esos factores, no importa cuán remoto, tiene que ser tomado en cuenta para cualquier cálculo estratégico cuidadoso. Sin duda alguna deseamos quedarnos con un 2019 tranquilo, aunque a algunos eso les suene a aburrido, o incluso a conservador. Una clave para que eso se logre será que no se produzcan virajes drásticos en la opinión pública, o cuando menos que el gobierno los pueda enfrentar con eficacia. No sabemos si la tranquilidad lograda equivaldrá a un feliz año nuevo. Pero los años muy movidos nunca son años felices.