“Lo que estamos viendo en estos días es la antesala de nuevas bancadas”.,Cuando en 2017 Fuerza Popular impulsó la llamada ley antitransfuguismo intuía que entre sus 73 congresistas había en realidad varias potenciales bancadas. Fue lo único que se le ocurrió para mantenerlos juntos, aparte de someterlos a sucesivas fotos de grupo. Pero FP empezó a descoserse en su pináculo, no en sus bases. Ahora es una nueva etapa. En su esencia detrás de la iniciativa venía implícita la idea que la marca Keiko Fujimori-FP era la que había aportado los votos para los congresistas, y que por tanto podía disponer de ellos a voluntad. Sin embargo, el origen y la propiedad de los votos, es decir, de las curules, es un asunto discutible. Más allá de construirle un redil, FP pronto demostró que no tenía mucho que hacer con esa superabundancia obtenida gracias a la cifra repartidora. La disidencia de Kenji Fujimori demostró que el redil no iba a resistir presiones, pero la única respuesta del cogollo keikista fue atrincherarse. Lo que estamos viendo en estos días es la antesala de nuevas bancadas, además de las dos ya constituidas. La única respuesta disponible del cogollo viene siendo una resistencia cerrada que no toma muy en cuenta la realidad: la promesa a los políticos reclutados para el parlamento no se ha cumplido, y estos han empezado a irse. Cuesta imaginar que la guerra por mantener la hegemonía del keikismo (aunque esta definición empieza a cascabelear) dentro y fuera de FP pueda durar dos años y medio. Como dice el elocuente título de Jorge Morelli, la bancada se ha sacado de encima al partido. En efecto, Daniel Salaverry acaba de demostrarlo. Pero sí podemos imaginar una emigración masiva en más de una dirección, y la consolidación de un núcleo recalcitrante cada vez más duro. Aunque en ese núcleo tampoco parece haber más común denominador que el deseo de supervivencia a través de la dureza misma. Algo definible como cortoplacismo y ausencia de proyecto. Sin duda, FP no es el único partido que está alojando descontentos tentados por la conveniencia o el alivio de una bancada propia. Las dirigencias más inteligentes podrán atajar esta fuerza centrífuga, y modernizarse por el camino. Las demás verán a su partido o frente partirse, como una sandía. Ya le pasó a la izquierda.