Mientras tanto los efectos del cambio climático están a la vista, por ejemplo en los inéditos niveles de catástrofe en aire, mar y tierra que inundan las noticias.,La COP24 en Katowice (Polonia) estos días es un eco lejano y preocupante de la COP20 en Lima el 2014. Lima preparó el camino para la COP21 de París al año siguiente, donde se llegó a acuerdos mundiales sobre cambio climático. Desde entonces las cosas se han complicado, en el clima mismo y en la política. En lo climático tres años de medidas no han sido suficientes para modificar el problema de fondo: reducir el aumento de temperatura a 2° Celsius, y preferentemente a 1.5°, como postula el Acuerdo de París. Lo cual ahora significa mayores exigencias a los gobiernos para mitigar la temida catástrofe climática. En lo político la COP24 se produce a la sombra del retiro de los EEUU-Trump, y ahora de la negativa de Brasil-Bolsonaro de candidatear a ser anfitrión de la COP25 el próximo año. Si bien nada de esto va a detener el esfuerzo colectivo de casi 200 países, crea problemas a algunos de los objetivos más ambiciosos. Es de esperar que la próxima COP encuentre una sede adecuada en América Latina, donde Brasil es precisamente el principal riesgo climático de la región. Jair Bolsonaro ha ofrecido ayudar a que mineras y agroindustriales puedan expandirse hacia áreas protegidas. Algo que podría tener efectos en la Amazonía circundante. No son las únicas barreras. M.Mehling and A.Sagar plantean que estas van “desde el empecinamiento nacionalista en países claves hasta preocupaciones por la competitividad en el sector privado, y limitaciones administrativas, técnicas y de capacidad financiera en muchas partes del mundo en desarrollo”. Entre los objetivos de esta COP está desarrollar instrumentos para medir lo que se ha podido lograr hasta aquí, avanzar en los acuerdos, conseguir nuevos compromisos prácticos. Sin duda su principal recurso para esto es el mensaje de los científicos que vienen monitoreando el avance de la temperatura y sus consecuencias. Mientras tanto los efectos del cambio climático están a la vista, por ejemplo en los inéditos niveles de catástrofe en aire, mar y tierra que inundan las noticias. El negacionismo las sigue considerando episodios naturales, y se resiste a las cuotas de sacrificio e inventiva que recomiendan los organismos multilaterales, con la ONU a la cabeza.