"El feminismo y la comunidad LGTB equivale a la nueva clase obrera que denuncia un patriarcado explotador que controla los medios de producción. Es decir, son los nuevos comunistas y, de paso, representantes del maligno".,Hoy, muchos compatriotas Católicos y Evangélicos dejan de lado sus diferencias doctrinales para marchar y combatir un enemigo común que ellos llaman “ideología de género”, nombre con el que se sataniza el enfoque de igualdad de género. Hay un muy serio conflicto en nuestra sociedad, una permanente fricción entre la comunidad cristiana conservadora y la comunidad LGTB unida al feminismo reivindicativo y al laicismo. Un conflicto religioso. No es derecha versus izquierda, como nos quieren hacer creer cuando tildan a esta lucha por los derechos de las minorías y la igualdad como “Neomarxista”. El movimiento mundial #ConMisHijosNoTeMetas aduce que se atenta contra los principios cristianos. La marcha es una versión local de la Yihad islámica contra los infieles, pero la disfrazan. Como una cruzada moderna, se pretende incubar en el imaginario que la “ideología de género” atenta contra la maternidad porque la considera un mecanismo de opresión de la mujer, en lugar de solo una opción y no un fin en sí misma. Y que, reconociendo el género como independiente del sexo biológico, se abre la caja de Pandora, la puerta a la degeneración de la humanidad, cuya propia existencia se pondría en peligro. Por eso le quieren poner candado. El feminismo y la comunidad LGTB equivale a la nueva clase obrera que denuncia un patriarcado explotador que controla los medios de producción. Es decir, son los nuevos comunistas y, de paso, representantes del maligno. Así de primitivo es el chip. Simultáneamente, desdeñando la ciencia, patologizan todo ser viviente que no sea heterosexual. La idea es imponer un único modelo de familia a la que llaman “natural” porque sus integrantes, macho y hembra, sí se pueden reproducir. Lo diferente es anatema. Hay un debate complejo y, de por medio, lo más grave: derechos humanos restringidos en nombre de Dios. Los dogmas religiosos son indiscutibles para quienes los sostienen y extorsionan con sus votos a los políticos que se atrevan, como corresponde, a zanjar el asunto por la vía laica. Entonces el político hace números y el Perú se convierte en una teocracia. Amén.