Bajo un cielo azul limpio y gigante, la carretera M-625 recorre el tramo de Navalafuente a Guadalix, un municipio de la sierra de Madrid célebre porque allí se ubica la casa de la versión española de Gran Hermano. Curiosamente, esta temporada del popular reality ha sido protagonizada nada menos que por tres peruanas: Miriam Saavedra, Mónica Hoyos y Chabelita, la niña que Isabel Pantoja adoptó en nuestro país a fines de los 90. Muy cerca de esa carretera, a casi una hora del centro de Madrid, se encontraba una cuarta peruana de interés: la hija de César Hinostroza. Para la policía española no fue difícil ubicar al “hermanito”. A pesar de que España recibe 12 mil solicitudes de asilo político al año, la mayoría provienen de países al otro lado del Mediterráneo y, en mucho menor medida, de Venezuela. Un pedido peruano debe haber llamado la atención. Especialmente por un error gravísimo de parte del exjuez: según la normativa europea quien pida asilo en la Unión debe hacerlo en el primer país donde toca tierra. Hinostroza había entrado por Ámsterdam. ¿Por qué lo hizo en Madrid? ¿Porque sabía que aquí las solicitudes de asilo pueden demorar –de aceptarse el trámite– más de un año? ¿Porque su hija vive aquí? ¿O simplemente porque no habla otro idioma? Sea como sea, a su error de desinformación se le agregó la mala suerte: le tocó el juez José de la Mata. A pesar de su carácter reservado, De la Mata es uno de los jueces estrella de España. Entre otros casos sonados, ha llevado adelante el Caso Gürtell, que es algo así como el Lava Jato español: una trama de corrupción del Partido Popular que incluía –díganme si no les suena– financiamientos partidarios no declarados por parte de empresas constructoras. Se parece tanto a Lava Jato que incluso una de sus consecuencias fue, como pasó con PPK, la caída de un presidente: Rajoy, en junio de este año. De la Mata no creyó el argumento de Hinostroza de que estaba aquí por razones familiares. “Es obvio, pues, que su presencia en España no es casual para una mera visita a su hija: deliberadamente se sustrajo a la justicia peruana marchándose del país”, argumentó. De la Mata explicó que los delitos que el Estado peruano atribuye a Hinostroza tienen equivalentes en el Código Penal español. Y lo mandó a prisión preventiva. La solicitud de asilo mantendrá en suspenso los procedimientos de expulsión (que sería lo ideal y expeditivo) o de extradición (que implica que el gobierno tenga que “armar un caso”). Pero al no haberlo solicitado en Ámsterdam, como debió, es probable que su asilo se rechace muy pronto. Así que todo indica que este ha sido el abrupto final de los sueños de Hinostroza de seguir recorriendo las carreteras españolas bajo un cielo azul.