Ellos son hoy el argumento más elocuente, es decir más importante, para una reforma judicial que vaya al fondo de las cosas.,Cuando hace unos días este diario reveló que había acceso a 60,000 audios, la bonanza de revelaciones confirmó su condición abrumadora. Seguramente no todos son petardos de primera magnitud, pero aun así el potencial delator de la corrupción judicial es enorme. De modo que la ciudadanía se va a mantener con la oreja parada frente al tema por un buen tiempo. Los 60,000 audios provienen de grabaciones en dos casos cuyo epicentro es el Callao. El comentario de Víctor Prado, presidente del Poder Judicial, sobre 14 distritos judiciales en parecida situación corruptiva permite deducir que los audios chalacos son solo el comienzo. Una extrapolación que fuera mecánica nos llevaría a una cifra apabullante, en los cientos de miles. El ritmo relativamente pausado al que vienen saliendo los audios en los medios sugiere que la tarea se puede volver interminable, y por cierto algo cansina. El conjunto es espectacular, pero no todos los audios individuales son decisivos, y pocos son siquiera interesantes. Si bien no todo precisa ser publicado, y no lo es, todo tiene que ser cuidadosamente revisado. Existe la idea de que hay tecnología computacional para llegar de forma directa a los contenidos más sensibles. Pero la elección de los audios relevantes es una cuestión de criterio, necesariamente sometida a métodos de prueba/error, para separar el trigo de la paja, o encontrar la aguja en el pajar. Todo esto significa tiempo, y por cierto también la aparición de audios menos interesantes que otros. Así la fuerte dieta de audios en los medios, aun cuando es material de primera plana, puede volverse comprensiblemente empalagosa. Sobre todo cuando existe un mecanismo adictivo que nos hace desear revelaciones cada vez más espectaculares. Pero en realidad prácticamente nada puede competir con el impacto de un primer descubrimiento, frente al cual todo pasa a ser secuela. Es útil, pues, tener paciencia. En medio de todo los audios avanzan. A pesar de los esfuerzos por silenciarlos, descalificarlos, investigarlos y hasta secuestrarlos. Ellos son hoy el argumento más elocuente, es decir más importante, para una reforma judicial que vaya al fondo de las cosas. Acompañarlos, por decirlo de alguna manera, es vital para que las cosas cambien en la justicia peruana.