Nadie calculó en su momento que los sucesivos Congresos peruanos tendrían una cuota tan alta de malandrines, e incluso de delincuentes,El congresista Jorge del Castillo está en campaña para incluir en el próximo referendo una pregunta sobre la inmunidad parlamentaria, contra la cual está. Dada la actual impopularidad del Congreso, es casi seguro que el voto popular la eliminaría. Pero el tema es más complicado que eso. Esa inmunidad es incómoda, pero a la vez necesaria. Parte de la incomodidad se evidencia en que casi no hay dos países en que la norma sea completamente igual. El principio de la norma, que es proteger a los representantes de la persecución legal, es básicamente el mismo, pero algunas de las diferencias son sustantivas. Señal además de que no los sistemas políticos tienen importantes variaciones. Nadie calculó en su momento que los sucesivos Congresos peruanos tendrían una cuota tan alta de malandrines, e incluso de delincuentes. Ni que el mecanismo de protección frente al abuso de los poderes contra el parlamentario individual podía llegar a convertirse en una patente de corso para mantenerse por encima de las leyes del país. Sin embargo los representantes elegidos requieren de alguna forma de protección, sobre todo para evitar que los temas de su eventual impopularidad le abran las puertas a una persecución. ¿Pero qué pasa cuando una norma contra el abuso se convierte en una forma de abuso ella misma? Más que eliminar la protección, lo conveniente sería adecuarla a las circunstancias. La parte más irritante del problema es la percepción de que la justicia privativa del Congreso suele ser de una grotesca lenidad, y reparte entre casa sanciones ligerísimas que en la calle merecerían penas severas. Pero desconocemos lo que podría ser el caso contrario: la justicia común arrasando con los representantes impopulares, que siempre los habrá. La pregunta planteada por del Castillo no parece adecuada para un referendo necesita refinamiento. Pues como un planteamiento de todo o nada, en cualquiera de los dos resultados de la votación va a errar el blanco de su valioso propósito. Quizás hay un parcial aspecto del problema capaz de resolverlo, o hacerlo avanzar en sentido positivo. Más complicado, y poco sujeto a consultas electorales, es el enigma de por qué tantos bribones llegan a hacerse de curules en el sistema político peruano.