La sola posibilidad de un vuelco en la tradición institucionalista de Chile es un llamado de alerta para sus tres vecinos.,Un reciente artículo de Marcos Robledo, viceministro de Defensa bajo Michelle Bachelet, llama la atención sobre la posibilidad de una reacción negativa del gobierno chileno si la sentencia de la Corte Internacional de Justicia de La Haya en su litigio con Bolivia le es desfavorable. Las perspectivas del texto son hipotéticas, pero de ningún modo imposibles. El fallo de la CIJ podría ser emitido todavía en este año, y los ánimos en los dos países se están calentando. Esto a pesar de que la esencia del fallo no es territorial, sino sobre si Chile debe o no sentarse a conversar sobre un acceso marítimo satisfactorio para Bolivia, siempre dentro de los términos del tratado de 1894, que separó a ese país del mar. A primera vista no parece haber mayor peligro para Chile, pues conversar con Bolivia en esos términos es lo que viene haciendo desde hace largos decenios. Pero los fallos de la CIJ han demostrado tener un elemento de impredictibilidad, y un tema favorable a Bolivia mantendrá en el candelero por largo tiempo un tema incómodo para Chile, y útil para los manejos de la política interna. El temor de Robledo es a una respuesta esencialmente chovinista, que podría llegar hasta un retiro de la CIJ, del Pacto de Bogotá y del Tratado de San José, todas formas de solución pacífica de controversias. Un retroceso serio (Robledo lo llama trumpiano) para un país que ha respetado el orden jurídico internacional desde el siglo XIX. La preocupación se funda en una fuerte campaña de la derecha chilena, en un clima de opinión pública que la acompaña, y en una demora del gobierno de Sebastián Piñera en declarar que respetará el fallo de la CIJ. Por lo pronto, Evo Morales en La Paz está dando por sentado que Santiago no respetará el fallo, y su gobierno se prepara para nuevas campañas. La sola posibilidad de un vuelco en la tradición institucionalista de Chile es un llamado de alerta para sus tres vecinos, todos con acuerdos alcanzados mediante la participación de la justicia internacional. Un país que desconoce un fallo recién emitido se coloca en la ruta de llegar a desconocer fallos de otros tiempos, por considerarlos también inconvenientes.