La cuestión de fondo ha sido el turbión de maximalismo moralizador puesto en marcha desde los primeros descubrimientos de la corrupción llegada del Brasil.,Odebrecht ha empezado a amarrar el macho en su relación con la justicia peruana. A diferencia de otros países a los que afectó la corrupción esparcida por la empresa, el Perú no ha podido ofrecerle hasta ahora un trato conveniente. Lo cual ha demorado los trámites, y ahora los ha suspendido. Aunque los fiscales opinan que no todo está perdido. La cuestión de fondo ha sido el turbión de maximalismo moralizador puesto en marcha desde los primeros descubrimientos de la corrupción llegada del Brasil, mezclado con la intensa confrontación que define la política de este país. De allí surgieron varias ideas que debieron ser revisadas desde la primera hora. Se pensaba, y muchos aun piensan, que: • La empresa brasileña, por haber delinquido en el Perú, está obligada a ceder a todos los reclamos de la justicia peruana, sin derecho a minimizar su perjuicio, y asumiendo todas las consecuencias de sus actos. Así, Odebrecht venía a ser, a pesar de su ubicación y su tamaño, y su posesión de pruebas, un acusado más en el proceso. • Toda concesión a Odebrecht es una forma de colaborar con la corrupción. La impunidad de la empresa brasileña, en cualquier grado o forma, tendría un efecto de demostración nocivo para todo el proceso en el Perú. Además Odebrecht ha venido soltando información sin necesidad de un trato, lo cual introdujo la idea de que el reclamo de ventajas nunca vendría. • Para un gobierno debilitado por su oposición política llegar a un acuerdo conveniente para Odebrecht sería la prueba de un amarre para orientar las delaciones de la empresa en determinadas direcciones. La única manera de evitar esta acusación ha sido simplemente no aceptar un acuerdo, y exigir un trato severo a Odebrecht en el Perú. Pero ahora hay la idea que no llegar a un acuerdo beneficiaría a importantes sospechosos. • Luego está la idea de que lo ya delatado por los funcionarios de Odebrecht ya era suficiente para limpiar el campo de la política ensuciada por la corrupción. Sin embargo el tiempo ha mostrado que el cúmulo de delaciones es importante pero se queda corto frente a las expectativas despertadas, y las sospechas acumuladas. ¿Se llegará a montar una mesa de diálogo?