El comentario más bonito lo hizo La voix du nord: ante el espectáculo de esa barra, “¿Cómo no querer al Perú?”. ,Los observadores extranjeros han mirado con admiración la performance de las barras peruanas en el mundial, y hay cada vez más artículos sobre el tema. La versión de que algunos hinchas han vendido sus viviendas para poder ver jugar a su seleccionado ha dado la vuelta al mundo. Quizás esas ventas son una leyenda urbana, pero explican bien la intensidad del fenómeno. El número de los que se han movilizado varía mucho, pero en todos los casos es enorme, al grado de generar la broma de que jugamos de locales. La explicación está en la alegría de participar de nuevo en un mundial (los 36 años), y en la idea que un público peruano potenciaría las fuerzas y compensaría las debilidades. En efecto, algo así viene sucediendo en Rusia. ¿La enorme barra viajera ha sorprendido tanto en casa como afuera? Probablemente no, pues ya veníamos de los entusiasmos de los partidos clasificatorios previos al mundial, y los miles de decisiones de cruzar el mundo para alentar al seleccionado se fueron formando como una bola de nieve, hasta dejar de ser una excentricidad y volverse algo casi natural. El periodista de The Guardian para quien la barra es más impresionante que el equipo obviamente no podía conocer los antecedentes de suspenso y sorpresa de los aficionados en la larga marcha hacia la clasificación. Se trataba de una marcha hacia el mundo, que luego se hizo literal: el Perú jugando ante el mundo, después de tanto tiempo. También podríamos considerar un efecto de contagio. El futbol peruano ha sido un patito feo en una época de éxitos internacionales del país, como el crecimiento económico, la reducción de la pobreza, la gastronomía o los nuevos desarrollos turísticos. Las barras, en consecuencia, también están celebrando el retorno del futbol peruano a la escena mundial. La nota de la BBC sobre el tema de la pasión peruana habla de “increíbles sacrificios” para ir al mundial ruso. El próximo en Qatar será incluso algo más lejos, pero con cuatro años de aviso ya no será necesario vender la casa para acudir. Bastaría ir ahorrando con cuidado desde ahora. Con lo cual podríamos ver a esa barra asumir proporciones gigantescas. El comentario más bonito lo hizo La voix du nord: ante el espectáculo de esa barra, “¿Cómo no querer al Perú?”.