Polémica y todo, Chachi vivió rodeada del afecto de numerosos amigos.,Siempre fue aqui la uruguaya Chachi Sanseviero, pero podía ser la paraguaya Brunilda Koffler si era necesario. El cambio hacia lo segundo lo hacía en la forma de un retorno a su pasado más radical, de los tiempos en que había sido casi un cuadro de la URSS. Todo esto antes de que se casara con una familia de prominentes comunistas y libreros uruguayos. Lima suavizó mucho todo eso. El rápido éxito de su librería vino con una clientela que obligaba a someter las ideas a los modales. Un canje que no devoró a la izquierdista que llevaba dentro, pero si la adecuó a una cada vez más profunda peruanidad. Uno de sus hijos, su esposo Eduardo, y su propio padre terminaron sus días aquí. Tuvo pocas oportunidad de demostrarlo, pero en sus breves textos de ocasión o para fijar posiciones (siempre tajantes) se traslucía que el periodismo estaba perdiendo una prosista notable. La palabra escrita controlaba sus pasiones como no siempre podía serlo la hablada. Chachi podía ser una polemista con un abismo al final de muchas de sus argumentaciones. Polémica y todo, Chachi vivió rodeada del afecto de numerosos amigos, ordenados en círculos concéntricos de familiaridad, buscando su conversación, su simpatía y su empatía. Quizás el último esfuerzo social en su enfermedad fue seguir asistiendo al desayuno sabatino flotante con sus amigos progres. La librería que ella construyó junto con su familia tomó la posta en la dedicación a los libros peruanos. En esto, guardando las distancias en volumen comercial, El virrey ha sido la continuadora de la línea librera peruanista de Studium, conducida por Andrés Carbone. Una librería que aspiraba a ser una biblioteca, no solo una boutique de libros. Cuando El virrey tuvo que migrar de San Isidro a Miraflores, descubrió una insospechada mejora comercial, la posibilidad de alojar un café, más espacio suficiente para realizar actividades. Sin embargo fue en ese momento que las peores debilidades físicas empezaron a revelarse. Las enfrentó a pie firme, casi siempre con una sonrisa. Chachi Sanseviero se suma a una larga tradición de libreros ilustres que han hecho la diferencia en una sociedad donde la lectura y los medios para practicarla no abundan. Flores socialistas e internacionalistas sobre su tumba.