La dictadura de Fujimori causó daños gravísimos a nuestro sistema institucional, los que continúan hasta hoy, con las convenientes adaptaciones a los tiempos que corren. Las prácticas de Montesinos han mutado, pero sus émulos de Fuerza Popular hacen lo que pueden para seguir su estela de falsedad y corrupción.,La respuesta de Mario Vargas Llosa a Axel Kaiser (hay nombres que parecen destinos) ha dado la vuelta al mundo. El entrevistador, director de la Fundación para el Progreso, quiso aprovechar la conversación pública en Chile para rescatar el “lado bueno” de la dictadura de Pinochet. El subterfugio consistía en compararla con la de Maduro. Todos en esta sala, aseguró, preferiríamos vivir en el Chile de Pinochet y no en la Venezuela de Maduro. Esa fue la idea, poco más o menos, dirigida al Nobel con una sonrisa cómplice y seductora, como diciendo: “estamos en el mismo bando, tú me entiendes, ¿verdad?” La respuesta del peruano fue fulgurante: “Esa pregunta no te la permito”. Se podría hacer una analogía con la intervención del entonces rey Juan Carlos de España a Hugo Chávez, cuando interrumpió la verborragia del comandante diciéndole: “¿Por qué no te callas?” Pero mientras el exabrupto del monarca fue un gesto de exasperación, la respuesta de MVLL al derechista chileno fue una contundente exposición de ética política. Tras ponerlo en su sitio, explicó que no hay dictaduras menos malas. Todas, sustentó, tienen un costo inaceptable de restricciones de la libertad, atentados contra los derechos y crímenes contra la vida. Nada puede justificar los miles de muertos, torturados y exilados por el régimen dictatorial de Pinochet. No importa que la dictadura se diga de derecha o de izquierda: todas son corruptas y criminales, en suma. Kaiser solo atinó a decir, al ver desmontada su artimaña, “esa es la respuesta que esperaba.” Pero la expresión contrita de su rostro, su forzada sonrisa, indicaban lo contrario. La treta consistía en barrer bajo la alfombra de la amnesia el sufrimiento de tantos chilenos, como daños colaterales de un proceso indispensable para mejorar la economía del país, muy venida a menos durante el gobierno de Salvador Allende. De paso, claro está, justificar el golpe de Estado que acabó con la vida del citado Presidente. La impecable respuesta del escritor merecería ser estudiada en los colegios de nuestra región: “En la clase de hoy vamos a analizar porqué todas las dictaduras son malas, pues destruyen la democracia y condenan a los ciudadanos a ser súbditos sin libertad de expresión.” Todas. Sea Cuba, Venezuela, Chile o Perú. La dictadura de Fujimori (como no soy politólogo dejo a los expertos el debate del nombre para ese modelo de régimen) causó daños gravísimos a nuestro sistema institucional, los que continúan hasta hoy, con las convenientes adaptaciones a los tiempos que corren. Las prácticas de Montesinos han mutado, pero sus émulos de Fuerza Popular hacen lo que pueden para seguir su estela de falsedad y corrupción. La intervención del autor de Conversación en la Catedral nos recuerda que el combate contra la tentación autoritaria no termina nunca. Si se lo permitimos, FP o algún otro grupo político, de derecha o izquierda, se apoderará de nuestra libertad con el pretexto de que es por el bien del Perú.