En la medida en que Moquegua se ha convertido en un ejemplo (en varios aspectos ya lo era) es importante que en el caso de su agua potable no entren en conflicto la urgencia y la eficiencia.,El reciente conflicto de Moquegua en torno al agua potable es el tipo de choque clásico y cada vez más frecuente acerca de cuánto se debe pagar por servicios y bienes. En el radar social de estos días destacan las medicinas y los peajes, ambos negocios privados. En Moquegua es el agua potable, un servicio que necesita elevar sus tarifas para mantener el servicio. La protesta de usuarios que no desean pagar más llevó a una confrontación entre la Sunass y la EPS Moquegua SA de un lado, y la PCM de otro. Como era previsible, esta última ganó, y así las tarifas reajustadas ahora van camino de su antiguo nivel. Pero sin algún aumento en las tarifas el servicio se seguirá deteriorando, en desmedro de los propios usuarios. ¿Qué pasó en Moquegua? ¿Es una excepción o una nueva tendencia? Hasta aquí la política no escrita del Estado ha sido favorecer a los proveedores, dentro de lo razonable, aunque esto último es un concepto en constante discusión. Que el Estado le dé la razón a quienes quieren ir a contrapelo del avance de la inflación es un espectáculo poco frecuente. Es temprano para saber si la decisión de César Villanueva de desautorizar a la Sunass ha sido el inicio de un filón populista (o simplemente pro-popular) en el gobierno, o solo un temprano homenaje a la region más transparente de la política en el país. En cualquier caso el problema con esto es que el ejemplo se puede contagiar, a otros productos y a otros lugares. El agua potable es un producto particularmente delicado para los planificadores y los reguladores. Casi no hay político que se haya privado de ofrecer agua para todos, pero la solución a esta faceta del problema social es escurridiza. Hacer llegar el agua es caro. Hacer que los beneficiados ayuden a los marginados parece casi imposible. En la medida en que Moquegua se ha convertido en un ejemplo (en varios aspectos ya lo era) es importante que en el caso de su agua potable no entren en conflicto la urgencia y la eficiencia. Pagar un poco más para un servicio con mayor cobertura es un acto mucho más social que salir a protestar en pos de un congelamiento de precios, o concederlo.