Basta ver cómo el litoral de Lima amaneció durante los últimos días cubierto de plástico para darnos cuenta de la dimensión del problema.,Muchas de las transformaciones que nuestra sociedad necesita requieren políticas de Estado y decisiones al más alto nivel, pero, para que estas sucedan, también necesitamos que los temas que creemos urgentes estén más presentes en la agenda de lo que están hoy. Uno de ellos es el uso excesivo de bolsas de plástico que utilizamos por poquísimo tiempo, pero que tardan unos 500 años en desaparecer mientras contaminan todo a nuestro alrededor. Basta ver cómo el litoral de Lima amaneció durante los últimos días cubierto de plástico para darnos cuenta de la dimensión del problema. Eso sin contar los microplásticos sin degradar que pasan desapercibidos a la vista. No es solo un asunto de suciedad, es uno que involucra la vida de animales, ecosistemas y humanos. En el Perú se han presentado iniciativas legislativas para mitigar el daño, pero se avanza a paso lento debido a la presión de comercios y fabricantes de plástico, y a la poca popularidad de la medida. Eso no quiere decir que la ciudadanía deba quedarse de brazos cruzados. En situaciones como estas es cuando debemos impulsar cambios desde abajo estableciendo prioridades que el gobierno debería asumir. Una primera idea es decir “sin bolsa por favor” siempre que podamos y llevar nuestras propias bolsas no desechables cuando hagamos compras. Otras son reusarlas al máximo y buscar formas de reciclarlas. Además, cuando vamos a la playa, al río, donde sea, asegurémonos de llevarnos todo lo que trajimos con nosotros. Muchas veces los cambios más grandes no nacen de grandes proyectos, sino de pequeñas iniciativas a las que cada vez más gente se suma. Ser conscientes del impacto negativo que tiene el plástico, y ayudar a que otras personas lo sean también, es el primer paso para que el Estado salga de su letargo y empiece de una vez a pensar de verdad en incentivos y regulación para reducir su consumo.