Crisólogo Cáceres Presidente de Aspec Hace pocos días la ASPEC lanzó la campaña “Con su receta no se juega” que busca sensibilizar a los usuarios de modo que, cuando tengan alguna duda sobre el medicamento que van a comprar, le hagan la consulta respectiva al Químico Farmacéutico que, por mandato de la ley, debería estar siempre disponible en tales establecimientos. Lamentablemente, en la práctica, todos sabemos que ello no es así y nos hemos acostumbrado a que cualquier persona que esté detrás del mostrador acabe recetándonos como si fuera un médico. Esta situación no es normal. Por el contrario, resultaría inaceptable en cualquier país con un mínimo de institucionalidad porque pone en riesgo el bien más preciado: La vida del individuo. Al respecto cabe indicar que no existe estadística alguna que precise cuántas personas han visto agravarse su condición médica porque alguien no calificado –que lo único que quiere es ganar más dinero– le sugirió sustituir un fármaco por otro. El consumidor confiado acepta la recomendación porque el principio activo es el mismo. Sin embargo, lo que ignora es que aun cuando ello sea así, cada marca acompaña al mencionado principio con otros compuestos que pasan desapercibidos y pueden ser nocivos o contraindicados para la persona que utiliza el medicamento. Al igual que muchos otros comportamientos que se suscitan en el mercado, los riesgos descritos son ilegales e intolerables pero no son percibidos como tales en toda su gravedad. Incluso las autoridades –MINSA, DIGEMID, DIRESA– se echan la pelota entre sí y prefieren ocuparse de otros asuntos aparentemente más importantes que la vida de los consumidores. Pues bien señores, es hora de que despierten, se reúnan, coordinen y actúen de manera proactiva ¿o acaso están esperando otro escándalo como el de la leche bamba para empezar a actuar?