Lima, 1981. Director de Investigación de la Universidad Científica del Sur. Médico sanfernandino, investigador RENACYT, docente universitario, editor científico, acuarófilo, papá gatuno y compañero de vida de Daniel. Cuenta con más de 100 publicaciones científicas en Scopus, miembro del Comité de SciELO Perú.
La inteligencia artificial (IA) ha llegado para quedarse y revolucionar diferentes campos de nuestra vida. Procesos que antes eran complejos y demoraban años como el descubrimiento de nuevas moléculas y descifrar el funcionamiento de nuestro genoma es hoy mucho más fácil con el uso de la IA.
Su uso se ha popularizado con el chatgpt, pero hoy la tenemos a la mano incluso en las redes sociales como el whatsapp. Esto ha hecho que empecemos a delegarle diferentes funciones básicas como el buscar información, recordarnos cosas, hacer cálculos simples o redactar o analizar textos cotideanos. Estas funciones que pueden ser super útiles en escenarios laborales que permiten ahorrar tiempo y aumentar productividad, pueden ser nocivas si reemplazan los procesos cognitivos desarrollados en un contexto de aprendizaje.
En el proceso de aprendizaje al estimular la memoria y el pensamiento crítico favorece el desarrollo de nuevas redes neuronales haciéndolas más interconectadas y complejas mediante más sinapsis. A mayor actividad, mayor desarrollo. Pero qué sucede si ya no hacemos el esfuerzo en memorizar, calcular, pensar críticamente para resolver problemas y redactarlos, sino que delegamos esa función a la IA.
Una investigación del MIT dejó de tarea a grupos de adultos el hacer ensayos usando o no chatgpt, encontró que aquellos que usaban chatgpt tenían menor actividad relacionada con el aprendizaje cerebral medida por electroencefalograma y menor capacidad de recordar el contenido de sus ensayos, que denominaron una mayor deuda cognitiva.
Además de los dilemas éticos relacionados con que la IA generativa realice las tareas que presentan los estudiantes como propios, así como del riesgo de no aprender, está el de reducir las estructuras biológicas que dan soporte al aprendizaje. Ya que tener mayor conexión neuronal antes de llegar a la vejez reduce el riesgo de tener demencia senil.
La IA bien usada puede potenciar el aprendizaje y nuestras capacidades pero no debemos delegar en ella el esfuerzo cognitivo propio de los procesos de aprendizaje. Aquí hay un trabajo no sólo a nivel de los espacios académicos (colegios, institutos, universidades), sino también en casa para supervisar cómo nuestros hijos hacen sus tareas.
Por ello, si nosotros usamos IA para varias de nuestras actividades diarias, debemos mantener en entrenamiento nuestro cerebro con otras actividades que nos mantengan activos cognitivamente como leer. Lo cual es una magnífica excusa para visitar en estos días la Feria del Libro de Lima.

Lima, 1981. Director de Investigación de la Universidad Científica del Sur. Médico sanfernandino, investigador RENACYT, docente universitario, editor científico, acuarófilo, papá gatuno y compañero de vida de Daniel. Cuenta con más de 100 publicaciones científicas en Scopus, miembro del Comité de SciELO Perú.