Opinión

Muy extraños legisladores

"Los medios de prensa no se van a callar, y debemos esperar nuevos juicios contra periodistas, que siempre los hay. Mientras tanto imaginamos un nuevo lema para ese poder del Estado: denuncia es difamación".

MIRKO
MIRKO

El incremento de las penas para la difamación y la calumnia es algo en lo que pueden coincidir muchos congresistas. Una idea en torno de esto parece ser que los medios de prensa están expuestos a este tipo de querella, pero los parlamentarios están protegidos. La otra es simplemente reducir la circulación de verdades incómodas.

Si nos atenemos a la definición estándar de una difamación, “dañar la reputación de una persona”, la iniciativa se vuelve extraña. Pues en el caso del Congreso, con 93%+ de desaprobación da la impresión de que no hay allí mucha reputación que dañar. Pero los congresistas insisten en que no han dado la ley para beneficio propio.

Encuentro un dictamen judicial de Malasia donde se afirma que los partidos políticos no tienen “reputación”, y que por tanto no pueden enjuiciar por difamación. Aquí más cerca de casa alguien dirá que los 200 años de República peruana carecen propiamente de “reputación”, y que se puede decir de ellos lo que sea. Y así sucesivamente.

Además este no era el Congreso adecuado para dar esa ley. Pues al haberse aconchabado prácticamente todos sus integrantes, han desaparecido los ataques verbales entre ellos. Al haber enmudecido para poder seguir succionando con energía la caja fiscal, ahora quieren que los medios de prensa también enmudezcan en cuanto a opiniones.

Una congresista promotora de la nueva ley afirma que esta no ha sido dada contra los medios de expresión ni para beneficio del desacreditado gremio parlamentario, sino para proteger al ciudadano común y corriente. No suena nada convincente. El hombre de la calle no suele tener la necesidad de descalificar acusaciones.

Es interesante todo lo que se puede considerar difamación y/o calumnia si uno se aplica a ello. Por eso quizás las acusaciones de asesinato o robo a altos funcionarios públicos son coreadas desde el anonimato de las multitudes, pero muy rara vez lanzadas por políticos individuales. Ni siquiera aquellos protegidos por grados de inmunidad.

¿Qué va a pasar ahora? Más asolapados de lo que ya son los congresistas ya no podrían ser. Los medios de prensa no se van a callar, y debemos esperar nuevos juicios contra periodistas, que siempre los hay. Mientras tanto imaginamos un nuevo lema para ese poder del Estado: denuncia es difamación.