Opinión

El mensaje de Costa Rica

"La postura del Gobierno frente al informe de la CIDH ha sido relativizar sus opiniones, lo cual cuestiona su imparcialidad".

MIRKO
MIRKO

La postura del Gobierno frente al informe de la CIDH ha sido relativizar sus opiniones, lo cual cuestiona su imparcialidad. A la vez Dina Boluarte ha declarado que no hay allí motivos para retirarse de la institución, como pide cierto sector de la derecha. En cualquier caso, el impacto del documento ha sido mucho menor de lo que algunos esperaban.

Pero impacto ha habido. El Ejecutivo dice que la Fiscalía ya está abocada a la investigación que la CIDH está pidiendo. Un problema es que hasta ahora los ritmos de esa investigación no son los que está reclamando la política. Además los críticos de Boluarte en la izquierda quieren ver cabezas rodando ahora mismo.

El informe de la CIDH se ha concentrado en las muertes de ciudadanos realizadas por las fuerzas del orden. No ha dado igual importancia a la investigación de las violentas movilizaciones que establecieron el contexto de esas muertes. Cabe preguntarse si la Fiscalía es idónea para explorar los dos lados de la cuestión.

El Gobierno parece contento con la demora. Pues toda investigación plantea el peligro de un choque de Boluarte con las FF.AA y la PNP en que se apoya también políticamente. Es más o menos obvio que allí están quienes dieron las órdenes o apretaron el gatillo. ¿Hasta dónde en la cadena de mando pueden subir las sanciones?

El efecto de sancionar a esos uniformados no es predecible. Pero es improbable que satisfaga a quienes llevan la protesta a cuestas, e incluso quisieran ser premiados por ella. En un esquema de guerra política asimétrica toda falta cometida por el enemigo es valiosa. La CIDH puede ser imparcial, pero el uso de su informe no lo será.

No somos especialistas en el tema, pero una comisión investigadora ad hoc, algo así como la de Uchuraccay, o la propia Comisión de la Verdad, podrían reforzar la marcha hacia un buen desenlace.

Dicho todo lo anterior, debe advertirse que Boluarte no está aprovechando como debería las consecuencias de un drama nacional como el que produjo las muertes, y en el que tampoco los líderes del vandalismo dan la cara. El camino hacia el 2026, si acaso existe, pasa por una mayor seriedad frente a este tema.