Hay resabios históricos en las crisis de América Latina en estos días. En Centroamérica están resurgiendo remakes que sin duda evocan al clásico dictador absoluto de la zona. Las bandas de El Salvador son horribles, pero a la vez la aproximación del presidente Nayib Bukele al problema produce imágenes de un infierno dantesco.
En Nicaragua, en una paradoja que también puede ser llamada infernal, el presidente Daniel Ortega, otrora ícono del sandinismo, lleva al país por un camino en cuyo extremo lo aguardan los métodos de Anastasio Somoza. Bukele y Ortega son casos de supervivencia presidencial gracias a la mano dura, que no dejarán de ser replicados en toda el área.
Al sur del Canal de Panamá las cosas son menos dramáticas pero también resabios históricos. En Bolivia la pugna Santa Cruz-La Paz es un caso de determinismo étnico-geográfico que viene de muy atrás. Además, como en el resto de los países andinos, hay en el aire una cuestión de pueblos originarios buscando que se vuelva a barajar el naipe social.
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Bolivia y Ecuador son dos países donde ya hace varios decenios movimientos indígenas bien organizados demuestran su fuerza en la política del país. En Bolivia el elemento étnico se tradujo en caudillismo personal, mientras que en Ecuador puede decirse que reforzó el juego democrático. En ambos países hay de tiempo atrás partidos políticos importantes.
Dicho lo anterior, ¿a qué tradición de conflicto se están remontando los choques en el Perú de estos días? Nuestras dictaduras han sido suaves por comparación. No hay partidos de peso, no hay la política nacional de un movimiento indígena como en Bolivia o Ecuador, los últimos conflictos territoriales internos serios fueron en el siglo XIX.
Una novedad en la protesta iniciada en diciembre pasado es la relativa ausencia de reclamos económicos, el motor habitual de las movilizaciones en todo el país. El componente regionalista tampoco ha sido fuerte, con un par de excepciones. En cambio estamos viendo movilizaciones más bien impulsadas por la política pura. ¿Qué significa?
Una explicación sencilla, con los límites que eso supone, es que la economía ilegal de algunas regiones, Puno sobre todo, está tratando de imponer una nueva forma de hacer política y de relacionarse con el Estado central y con la República Peruana.
Un poemario cada tantos años. Falso politólogo. Periodismo todos los días. Natación, casi a diario. Doctor por la UNMSM. Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, Francia. Beca Guggenheim. Muy poco twitter. Cero Facebook. Poemario más reciente, Las arqueólogas (Lima, AUB, 2021). Próximo poemario, Un chifa de Lambayeque. Acaba de reeditar la novela policial Pólvora para gallinazos (Lima, Vulgata, 2023).