
Charles Cullen, el silencioso asesino en serie de hospitales, confesó 40 homicidios y se sospecha que causó hasta 400 muertes
Charles Cullen, el enfermero que sembró el terror en hospitales de Estados Unidos durante poco más de una década, confesó haber realizado 40 asesinatos, pero podría haber matado a más de 400 personas.
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Durante más de una década, el asesino Charles Edmund Cullen caminó silenciosamente por los pasillos de distintos hospitales en Estados Unidos, dejando a su paso una estela de muertes inexplicables. Este enfermero, nacido en 1960 en Nueva Jersey, confesó haber asesinado al menos a 40 pacientes, aunque los investigadores creen que la cifra real supera los 400.
Cullen, que provenía de una familia católica y fue el menor de ocho hijos, creció marcado por la tragedia. Su padre murió cuando él tenía apenas siete meses, y a los nueve años intentó suicidarse por primera vez. Su adolescencia estuvo plagada de desequilibrios emocionales y aislamiento. La muerte de su madre en un accidente automovilístico cuando tenía 17 años fue otro golpe decisivo. Se casó posteriormente con Adrienne Taub, con quien tuvo dos hijas, pero el matrimonio se disolvió tras episodios de violencia doméstica y abuso de alcohol.
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Charles Cullen mató pacientes con insulina y digoxina durante 16 años sin ser denunciado por los hospitales
A partir de 1987, Cullen comenzó a rotar entre distintos hospitales de Nueva Jersey y Pensilvania. En su primer trabajo en el Hospital Saint Barnabas de Livingston, asesinó a su primera víctima confirmada: el juez John Yengo. El patrón se repetiría en otras instituciones médicas. Siempre que surgían sospechas sobre su conducta, Cullen renunciaba o era despedido, pero sin consecuencias legales ni denuncias formales. De acuerdo con ‘NBC News’, “fue despedido de cinco trabajos de enfermería y renunció a dos más entre sospechas de desempeño. Siempre conseguía otro puesto porque los hospitales temían ser demandados”. Durante 16 años, ejecutó sus crímenes utilizando insulina y digoxina, sustancias que inyectaba en bolsas de suero para que fueran administradas lentamente a pacientes en condiciones vulnerables.
En una entrevista para el programa ‘60 Minutes’, Cullen aseguró que lo hacía para evitar el sufrimiento de los pacientes, aunque admitió que muchas de sus víctimas no eran terminales. “Lo que hice no tiene justificación”, afirmó. Las autoridades determinaron que solo pudieron probar legalmente 17 asesinatos, por los cuales recibió cadena perpetua múltiple sin posibilidad de libertad condicional. Entre sus víctimas había personas de entre 21 y 91 años. Lo más alarmante fue la facilidad con la que Cullen pudo moverse de un hospital a otro sin ser reportado formalmente, lo que evidencia fallas graves en el sistema de salud.
La enfermera Amy Loughren fue clave para detener a Charles Cullen: lo grabó confesando sus crímenes
El punto de inflexión llegó gracias a la enfermera Amy Loughren, quien trabajaba con Cullen en el Somerset Medical Center. Según el libro ‘The Good Nurse’, de Charles Graeber, Loughren sospechó de su compañero por el número inusual de muertes durante sus turnos. En 2003, accedió a colaborar con las autoridades usando un micrófono oculto. En una conversación grabada, Cullen confesó sus crímenes. “Le dije que tenía la oportunidad de ser el héroe ese día”, contó ella. Durante el interrogatorio de siete horas, Loughren permaneció a su lado para calmarlo. Cullen solo pidió que se le aplicara la pena de muerte.

Amy Loughren, enfermera y compañera de Charles Cullen, fue clave para detener al asesino serial: se infiltró con un micrófono oculto y logró su confesión. Foto: Netflix
Fue arrestado en diciembre de 2003. Durante su juicio, escuchó los testimonios de decenas de familiares de víctimas. Algunos lo llamaron “monstruo”, “basura” y “agente del infierno”. El juez Paul Armstrong fue tajante: “Traicionaste los cimientos más antiguos de la profesión de sanación”. Cullen permaneció casi todo el tiempo en silencio, con un chaleco antibalas bajo su ropa, y se limitó a decir: “No tengo nada que decir”. Su caso provocó un escándalo nacional. Más de veinte demandas civiles fueron interpuestas contra hospitales y residencias que supuestamente encubrieron sus antecedentes.