Un hombre cumple su condena, sale a la calle, no la reconoce, la siente hostil, salvaje, ajena. Quiere recuperar a la familia que dejó de ver, a la que hizo sufrir con sus decisiones. Quizás para ellos él ya no exista. Sabe que su hijo mayor es delincuente, la culpa lo castiga. Busca un trabajo formal en el barrio que lo respetaba, no la quiere volver a cagar. Los chiquillos lo miran, se burlan de él. Está solo. Sigue amando a la mujer que siempre amó. Intenta comenzar de nuevo su historia. Así abre Django,sangre de mi sangre. Quince años después, con salsa dura a todo volumen, los autos quemando llantas y las balas silbando por los jirones chalacos. Para quienes vieron Django, la otra cara será la oportunidad de saber qué pasó con los personajes que la convirtieron en un clásico. Podrán resolver esas preguntas que hacen en las redes –qué hace Django, si murió la Chica Dinamita, si habrá otra escena en la azotea, si es que Tania está con él, si Maco seguirá siendo su enemigo– tratando de armar un trailer propio, esperando construir el argumento de una segunda entrega tan impredecible como esperada. Si no la vio, protagonizan Giovanni Ciccia, Melania Urbina, Tatiana Astengo y Sergio Galliani con el talento y la pasión de siempre, sumando la precisión que solo da la experiencia. El guion de Yashim Bahamonde le inyecta humanidad al género, esconde datos con el humor, nos dispara a quemarropa desde el fondo de su tristeza. Y hace rato esperábamos todos que Aldo Salvini filme y firme una nueva película. Me ofrecieron el antagónico. Por todo lo dicho, era imposible rechazarlo. Estrenamos este jueves.