Estados Unidos y China lideran el turismo mundial, mientras Perú insiste en recetas fallidas
Perú insiste en incentivos tributarios cuestionados por su efectividad y riesgo fiscal desde el IPE.
- IPE sobre la nueva Ley del Turismo: “Nada de esto se resuelve con los incentivos tributarios”
- La ciudad que superó a Cusco y se coronó como el destino turístico más impresionante del mundo en 2025

El turismo se consolida como un pilar económico global. De acuerdo con datos del World Travel & Tourism Council, Estados Unidos encabeza el ranking de las economías turísticas más poderosas del planeta, con una contribución de 2,3 billones de dólares (bdd) a su economía. Le sigue China, con 1,3 bdd, dejando claro que el turismo no es solo un asunto cultural, sino estratégico.
Alemania, Japón, Reino Unido, Francia y México también figuran en el top 10, con cifras que oscilan entre los 488,000 y los 228,000 millones de dólares (mdd). En todos estos países, el turismo está estrechamente vinculado con la inversión en infraestructura, conectividad, tecnología y seguridad, pilares que facilitan el acceso de millones de viajeros y consolidan el sector como motor de empleo y crecimiento.
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En Perú, la brecha no es solo de cifras
Mientras el Congreso promueve una Nueva Ley del Turismo con incentivos tributarios y zonas especiales (ZEDT) como fórmula de reactivación, las advertencias desde el Instituto Peruano de Economía (IPE) no se hacen esperar.
“Nada de esto se resuelve con incentivos tributarios”, afirma Víctor Fuentes Campos, gerente de políticas públicas del IPE.
Y es que la situación en Perú contrasta fuertemente con las potencias turísticas: el sector aún representa apenas el 3% del PBI nacional, y los 1.2 millones de empleos que genera siguen por debajo del nivel prepandemia.
En Cusco, ícono del turismo nacional, el déficit de empleo en el sector llega al 35%. Para colmo, Machu Picchu, principal atractivo del país, sigue vendiendo boletos… a mano.
¿Zonas especiales o paraísos fiscales?
Una de las propuestas estrella de la nueva ley son las Zonas Especiales de Desarrollo Turístico (ZEDT), pero el IPE advierte que podrían convertirse en simples paraísos fiscales, sin efecto tangible sobre la competitividad del sector.
“Si no se puede medir su impacto, ¿qué sentido tiene renunciar a esos ingresos fiscales?”, cuestiona Fuentes. Y agrega: “Si son permanentes y no temporales, se vuelven regresivos y costosos”.
El diagnóstico es claro: sin conectividad internacional fuera de Lima, con aeropuertos regionales abandonados y alertas de inseguridad desde embajadas como la de EE. UU., los desafíos del turismo peruano son estructurales. Frente a ellos, los incentivos tributarios suenan más a parche que a plan.






















