Rafael Dumett “Es interesante que Eudocio Ravines fuera olvidado por la historia”
Pesquisas. Rafael Dumett hace un exhaustivo trabajo de investigación previo a la escritura. ‘El camarada Jorge y el Dragón’ es su segunda novela
Después del gran éxito editorial de su primera novela, El espía del inca, Rafael Dumett acaba de publicar El camarada Jorge y el Dragón, la primera entrega de una saga de tres novelas que tienen como personaje principal a Eudocio Ravines, político y periodista peruano, cuya vida es realmente de novela: cinco deportaciones en cuatro gobiernos, una militancia marxista junto a José Carlos Mariátegui y un cambio de rumbo que lo vinculó a la CIA. La novela además tiene como telón de fondo acontecimientos importantes del siglo XX en el Perú y el mundo, y traza paralelos imprevistos respecto a los tiempos actuales.
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Tu primera novela, ‘El espía del inca’, te tomó 11 años para terminarla. ¿Esta nueva novela, ‘El camarada Jorge y el Dragón’, ha sido igual de laboriosa?
Esta es la primera entrega de una saga de tres volúmenes. Esto más o menos comenzó en el año 2011, 2012, cuando me topé con la figura de Eudocio Ravines de manera casual. Leí un artículo en el que se mostraba un documento desclasificado de la CIA. Allí se hablaba de un reporte concreto de Eudocio Ravines a la CIA que ayudaba al golpe de Estado de 1962. Me acordé de que mis padres constantemente mencionaban a Ravines como un personaje admirable, fantástico, fascinante, pero también mefistofélico…
Sinuoso.
Exacto. Me decidí: vamos a saber un poco más de este personaje. Y leí su libro de memorias, que tiene unas 500 páginas, y tiene una versión en inglés y castellano
‘The Yenan way’.
Claro. Que en castellano se llama La gran estafa. La versión en inglés es una manufactura de la CIA. Lo he documentado. Sé exactamente quién, cómo y cuándo trabajó en este producto, en el proceso de traducción, edición, publicación, y hasta promoción y distribución.
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‘El camarada Jorge y el Dragón’ abarca la infancia y juventud de Ravines. Era un chico provinciano que empieza a destacar por el apoyo de su tío, Belisario Ravines, un hombre poderoso, y por su interés en los libros.
Él es un tipo con una formación básica muy religiosa. Se sabía la Biblia de memoria, había leído a teólogos importantes del cristianismo a los 10, 11 años. La vida de Jesús, de Ernesto Renán, lo impactó muchísimo, lo mismo que Nietzsche. Es curioso, porque son influencias que parecen oponerse. Pero se complementan y forman la base moral de lo que sería Ravines. Por eso me pareció muy importante dedicarle un volumen a esta formación en Cajamarca, antes de la influencia del marxismo. Su formación antes del marxismo es una base filosófica y religiosa. Además, está su entorno. Gran parte de la información que está en este primer libro proviene de La gran estafa, de las primeras 50 páginas, donde él habla de esta Cajamarca que considera bucólica, pacífica, soporífera, donde no pasa nada. Muchas veces cuando te enfrentas a Ravines es más importante lo que oculta que lo que dice. No dice ni una sola palabra sobre la masacre de Llaucán, que ocurrió cuando él estaba en la casa de su tío Belisario. Él menciona a este tío, habla de sus costumbres, héroe de la guerra del Pacífico, un hombre admirado, pero no dice una sola palabra acerca de esta masacre, y tampoco menciona que Cajamarca vivía en una violencia que no tenía parangón en ninguna parte del mundo. Vivían en una especie de far west, un mundo habitado por terratenientes…
Y por bandoleros.
Uno de estos terratenientes bandoleros es Eleodoro Benel. Este fenómeno de bandolerismo mereció la investigación de un historiador británico que se llama Lewis Taylor, que encuentra que el fenómeno del bandolerismo en el Perú, específicamente en Cajamarca, era único en el mundo. Erick Hobsbawm había estudiado el bandolerismo en Brasil, Europa del Este, en Rusia, en México. Pero este bandolerismo era uno donde el terrateniente no delegaba la violencia a sus subordinados, él también participaba. De hecho, Benel en 1927, se levanta en armas contra el Gobierno de Leguía. Esto es curioso porque en su libro Ravines te da la imagen de una Cajamarca bucólica.
Soslaya la atmósfera violenta de la época.
Exactamente. Soslaya el bandolerismo, soslaya la masacre de Llaucán, y oculta el rol directo, comprobado que tuvo su tío Belisario en ella. Esta masacre de Llaucán es mencionada incluso en El mundo es ancho y ajeno, de Ciro Alegría.
Se puede hacer paralelos entre este hecho histórico de la masacre de Llaucán y las muertes en las recientes protestas contra el Gobierno. En la novela y en la actualidad se justifican las muertes diciendo que los protestantes son los violentos.
No estoy inventando nada. Son los mismos argumentos que se utilizaron en ese momento. Esto de que los indios se mataron entre ellos, que estaban borrachos. No he manipulado, no he puesto información anacrónica con miras a crear un efectismo. Literalmente, se repiten los mismos argumentos. Y por eso me pareció importante acelerar un poco la salida de este libro. Para que tuviera algo que decir, algún diálogo que establecer con lo contemporáneo.
Algo que también se repite es la impunidad de los responsables.
En ese sentido, discrepo un poco contigo porque pienso que la señora Dina Boluarte terminará en la cárcel. Ella piensa que al decir que no estaba informada se limpia de responsabilidad. El escenario da para ser muy pesimista a nivel de las leyes en el Perú. La derecha está controlando de manera muy consciente las instancias institucionales y con ello no asume la responsabilidad de todo lo que están haciendo ahora. Pero me atrevo a ser un poquito optimista.
Ravines fue contemporáneo de Mariátegui y Haya de la Torre. La historia recuerda con respeto a los dos últimos, pero eso no pasa con Ravines.
Hay un libro de Alfredo Barnechea donde entrevistó a Haya de la Torre y le preguntó: “¿A quién considera su némesis en la historia del Perú?” Haya no lo dudó: “A Eudocio Ravines”. Flores Galindo dice que, a excepción de Ravines, no había otro personaje en el entorno de Mariátegui que estuviera al mismo nivel. De hecho, cuando Mariátegui estaba planificando un viaje a Argentina para operarse de su dolencia y al mismo tiempo alejarse de la atmósfera opresiva que sentía en el Perú, tanto del Gobierno de Leguía como de sus propios aliados, que lo estaban forzando a subordinarse a la Internacional Comunista, ¿en quién pensaba Mariátegui delegar la conducción del Partido Socialista? En Ravines. Este personaje estaba al mismo nivel que Mariátegui o Haya. Es interesante que haya sido olvidado por la historia. Escribió libros muy interesantes de política internacional, hizo un diagnóstico con una perspectiva de derecha acerca del capitalismo, del liberalismo.
Con Pedro Beltrán y desde La Prensa también defendió esas ideas.
Ahí fue el número dos y a veces el número uno, porque dirigió La Prensa cuando metieron preso a Beltrán. Pero le resulta difícil a la derecha asumirlo. Esta persona no publicó en el Perú, tenía muchos anticuerpos. He buscado y solo publicó un único documento que es una reflexión de la llegada al poder de Bustamante y Rivero. Incluso ahora hay cierta derecha que trata de recuperarlo como figura, pero no puede soslayar que él apoyó dictaduras como la de Pinochet, la de Videla. Le encantaría poder asumir el legado intelectual de él, pero no puede. Ahora, la nueva derecha que está saliendo debe tener menos tapujos en reclamarlo como suyo, pero la derecha pensante creo que todavía tiene reservas con él.
¿Ya está completa la investigación para los dos próximos libros de la saga?
Estoy avanzando mucho. Tengo bien cubierta la experiencia de Ravines en el Perú, su viaje a Rusia, sus contactos con la Internacional Comunista. Ahora lo que quiero es meterme en la piel de Mariátegui, que es otro protagonista del segundo volumen. El historiador Paulo Drinot me contaba que hay un interés renovado en esta perspectiva de un personaje periférico que no había sido tomado en cuenta para la evolución del marxismo. Ahora los estudiosos del marxismo a nivel internacional están descubriendo a Mariátegui, que además tiene una posición crítica y creativa respecto a ese legado.
Después de esta investigación que has hecho de Ravines para esta novela en tres partes, ¿quién es Ravines para ti?
Hilary Mantel, una escritora de novelas históricas británica que admiro, dice algo que trato de seguir: como escritor ocúpate de aquellos personajes que no terminas de comprender. Si a pesar de todo lo que tú sabes acerca de él, hay un aura de misterio en tu personaje, es porque estás haciendo bien tu trabajo. A estas alturas no tengo un balance definitivo y quizá eso sea parte del motor que me mueve a seguir escribiendo sobre él. Muestro las bases intelectuales, morales, que tiene. Voy a continuar siguiéndolo en el transcurso de su vida, recapitulándola, recreándola, tratando de ponerme en su piel, en sus ojos. Pero no tengo conclusiones definitivas. Se las voy a dejar al lector.
¿Fue Ravines un agente de la CIA?
Hay que ser muy cuidadoso al utilizar la palabra “agente de la CIA”, un agente es una persona que está en la planilla de la CIA. Eso no lo puedo demostrar. Lo que sí he encontrado es que él es una caja de resonancia de la CIA. Es decir una persona que participa del aparato propagandístico de la CIA, que fue una campaña a nivel global que trataba de contrarrestar la propaganda soviética y tenía un aparato propagandístico en todo el mundo. Y uno de los portavoces más importantes en el mundo hispanohablante fue Ravines. El propalaba la versión de la CIA sobre todos los hechos importantes. Comenzar a decir por ejemplo que Guatemala estaba completamente infestada por el comunismo en 1954 y había que intervenir. Esa es propaganda de la CIA. Hay un libro, Tiempos Recios de (Mario) Vargas Llosa demuestra que Jacobo Arbenz no era comunista, simplemente estaba interesado en recuperar para Guatemala ciertas compañías. Había interés de los norteamericanos en intervenir porque había intereses comerciales. La CIA generó esta versión y Eudocio Ravines fue un gran propagandista de esta versión. Hay, por ejemplo, un periodista que es un agente de la CIA, Jules Dubois. Cada vez que Dubois viajaba a América Latina, con quien se encontraba primero era con Ravines. En 1974, Ravines escribió un libro que se llamaba El rescate de Chile, de defensa al golpe de Pinochet, y te das cuenta que maneja información difícil de acceder, que solamente puede haber sido proporcionada por la CIA. Yo me cuidaría de usar la palabra ‘agente’ porque implicaría un lazo formal y que él pertenece a una planilla. Un agente de la CIA que renunció y se fue a vivir a Cuba, Philip Agee, que escribió el libro Inside the CIA (Dentro de la CIA), menciona a Eudocio Ravines y lo denuncia como agente de la CIA, pero es una sola fuente y no he visto documentos que lo confirmen. Pero definitivamente era una caja de resonancia de la CIA.
-Has dicho que te gustan las novelas bien informadas. En ese sentido tu trabajo es bien puntilloso respecto al tema que estés trabajando
A eso aspiro. Hay por supuesto una fuerte dosis de investigación a medida que uno tiene que imaginar una conciencia, una sensibilidad. Mi labor, en la medida de lo posible, se trata de rastrea, descubrir, encontrar, hacer un trabajo de re-creación. Todo el trabajo que estoy haciendo es de una imaginación bien informada.
Esta saga, a través del personaje, te permite contar acontecimientos importantes en el Perú y el mundo a comienzos y mediados del siglo XX.
Hay algo importante que espero mostrar, traslucir, que es esta riqueza de la vida que existía fuera de Lima. Cajamarca tenía contacto directo con Europa, con Puno, con Cusco. Tenían más relación con Buenos Aires que con Lima. Tenían una vida intelectual próspera, se enteraban de todo, seguían la Primera Guerra Mundial, tenían tiendas con productos que venían de Lima y otras partes del mundo. Parece obvio, pero quiero contrarrestar esta imagen reductora que tiene la gente de Lima de que no pasa nada en el interior. Eso también quería mostrar.
Y para más adelante preparas otra novela sobre unos nazis en Lima
Si. Tengo proyectos en preparación. Te soy sincero, quiero poder vivir decentemente de mis libros y poder seguir escribiendo a tiempo completo. Y mis proyectos son tres en este momento: el segundo volumen de Ravines; la historia de los nazis, específicamente de Friedrich Schwend y su involucramiento en el asesinato de Banchero Rossi. Este personaje Schwend es interesante, y también interesante su vinculación con los servicios de inteligencia peruanos. Y el tercer proyecto es sobre Diego Cristobal Condorcanqui. La rebelión de Túpac Amaru duró solo 6 meses. En realidad la rebelión que puso en jaque a la corona española fue la de su sucesor, que es Diego Cristobal, su primo, que tenía 26 años. El sí puso en jaque a los españoles y estableció una alianza con Julián Apaza ‘Tupac Katari’. Y hay más personajes interesantísimos: Andrés Túpac Amaru, Tomasa Tito Condemayta. Quiero ocuparme de esa rebelión. Quisiera tener tiempo completo para dedicarme a todas estas historias.