Arequipa y el boom de la IA
La inteligencia artificial (IA) hoy está en boca de todos. El entrenamiento de algoritmos para que hagan lo mismo que un ser humano tiene un auge singular en esta ciudad sureña.
Arequipa tiene una apariencia caótica. El transporte público es ingobernable. Las redes sociales y la radio miden el termómetro de la calentura ciudadana. Ahí se respira decepción y queja con buena parte de las nuevas autoridades. La desazón tiene correlato con algunos hechos. Los fiscales anticorrupción han intervenido el Gobierno regional y municipios por denuncias de manejos indebidos de estas novísimas gestiones. Hay un exgobernador preso, dos exalcaldes prófugos, obras paralizadas y un largo etcétera de asuntos negativos.
Mientras las miserias políticas se exhiben, poco se habla de la proactividad de algunas universidades y sus proyectos de inteligencia artificial (IA). La Universidad Nacional de San Agustín (UNSA) y la Católica San Pablo tienen varios emprendimientos para convertir a esta ciudad sureña en un hub tecnológico, la Silicon Valley peruana. La idea da vueltas hace años, pero no salta del laboratorio a la realidad.
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La investigadora y docente Evelyn Castro Gutiérrez asesora e impulsa varias iniciativas en la UNSA. Hace cinco años, una de sus estudiantes, Laura Estacio Cerquin, se graduó con una tesis que desarrolló un algoritmo para detectar fracturas de cadera. Es un modelo que lee rápidamente placas y determina si el paciente necesita una intervención de emergencia. Es un soporte que ayuda a tomar decisiones a los cirujanos. Un médico validó el trabajo, pero Estacio ya no está en Perú, partió a Ámsterdam (Países Bajos). Ahí obtuvo una beca para profundizar investigaciones sobre monitoreo de cáncer con inteligencia artificial (IA).
Eber Huanca Cayo trabajó un dispositivo para determinar si las conchas de abanico están maduras. Foto: Rodrigo Talavera
Esta fría mañana de otoño, la catedrática nos recibe en el laboratorio del CiTeSoft, muy bien implementado con los recursos que provee el canon minero para las universidades públicas. Desde el monitor de una Mac, Castro nos explica varios emprendimientos relacionados con el área de traumatología. Joel Gallegos entrenó un algoritmo para segmentar el fémur y determinar si hay osteoporosis. Esa pieza ósea tiene trabéculas y, si hay baja densidad, indica desgaste.
La artritis de cadera es una enfermedad degenerativa, sobre todo en mujeres mayores de 50 años. La profesora Castro obtuvo su doctorado con un modelo que determinó con precisión el nivel de desgaste de las articulaciones, causa del mal. En los hospitales, el diagnóstico se obtiene de placas de rayos X que no alcanzan la exactitud de la IA. Con la base de estas investigaciones, el tesista Cristhian Suca hizo un modelo 3D que calca la estructura ósea y permite diseñar una prótesis de trasplante.
Estos hallazgos tienen patente, falta presupuesto para trabajar el aplicativo y distribuirlo en los hospitales, dice la investigadora. Está también en proceso un algoritmo para determinar en dos minutos si un pulmón tiene lesiones como consecuencia del Covid-19. El proyecto se trabaja en alianza con la universidad de Oklahoma. Castro aclara que la IA no apunta a reemplazar al médico, sino a dar información y que la decisión finalmente sea del especialista.
Un paso adelante
Los departamentos de Ciencia de la Computación y de Ingeniería Eléctrica y Electrónica de la Universidad Católica San Pablo no se quedan atrás. A diferencia de la UNSA, en esta casa de estudios varias de sus iniciativas se aplican en el campo. Eber Huanca Cayo es docente de electrónica y telecomunicaciones. Él y su equipo entrenaron un robot para la cosecha de la concha de abanico. Este proyecto fue formulado y es desarrollado junto a la empresa VEOX. Perú exporta este molusco. Los productores tienen criaderos en el fondo marino.
La cosecha depende del peso, talla e índice gonádico. Hay buzos entrenados que descienden hasta los criaderos y extraen las muestras para determinar al cálculo si el recurso cumple esos parámetros. La actividad artesanal es costosa y arriesgada por los accidentes. El prototipo universitario apunta a reducir gastos y tener información precisa. La máquina desciende a 20 metros de profundidad, tiene una cámara de monitoreo para enviar fotos a la nube; un algoritmo de IA mandará una alerta si es hora de cosechar. Huanca asegura que el equipo debe concluirse en setiembre y se entregará al Cite Pesquero de Sechura, que reúne a los productores.
Un bostezo o la mirada perdida de un escolar indican falta de atención en clase. ¿Son unos cuantos o la mayoría?, ¿cómo saberlo? El docente investigador de ciencia de la computación José Eduardo Ochoa y su equipo de investigadores entrenan un algoritmo para determinar a partir de qué minuto los estudiantes se extravían en la nebulosa. La data ayudará a tomar decisiones para que el docente revise su metodología de enseñanza o se indague en otras causas que generan la dispersión. El algoritmo también reconocerá acciones violentas y enviará alertas. En el salón se instalará un sistema de videovigilancia y este emitirá las imágenes para el procesamiento y la alerta.
“Quien no está en redes sociales no existe”, dice el lema. Ahí se comparten millones de historias que perfilan el estado de ánimo de los usuarios. El equipo de José Ochoa entrena un prototipo para procesar esa información y determinar, en función de los mensajes y patrones de personalidad, si alguien es violento o sufre depresión que puede terminar en suicidio. La máquina trabaja con test psicológicos que concluyen en un diagnóstico y el envío de señales. Mediante estos procedimientos de IA, una universidad puede indagar sobre la salud mental de sus estudiantes sin ser invasiva.
José Eduardo Ochoa apunta a crear un modelo para advertir rasgos de personalidad por lo que se publica en redes sociales. Foto: Rodrigo Talavera
Pablo Bot es un robot diseñado para hacer de guía de turismo. Los docentes e investigado[1]res Dennis Barrios, Raquel Patiño y estudiantes le siguen añadiendo competencias. Ruta 2.0. permitirá que la máquina interactúe con las personas, detecte sus estados de ánimo y solo se acerque a ellas cuando tengan buen humor; desarrollar capacidades semánticas y desplazarse como lo hacen los humanos. ¿Los guías se quedarán sin trabajo? Barrios admite que el robot proporciona información de su memoria e internet. Sin embargo, la profundización, el contexto o la comparación le corresponde al ser humano. La IA hace las tareas bajo el mando de un operador.