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Domingo

Maestros de la resiliencia

Uno creó un podcast con sus alumnos en plena pandemia, la otra continuó con sus clases de robótica de forma remota, la tercera tuvo que compaginar su maternidad con el dictado de inglés. Son profesores que se las ingeniaron para adaptarse a la virtualidad y no dejaron decaer a sus alumnos durante la cuarentena. Este será el primer Día del Maestro que pasarán en las aulas.

La profesora Almirón se sigue formando con los cursos de la Fundación Telefónica. Fotografía: Antonio Melgarejo
La profesora Almirón se sigue formando con los cursos de la Fundación Telefónica. Fotografía: Antonio Melgarejo

“Si yo decaía, mis estudiantes también decaían”, dice el profesor de primaria Fredy Juárez. “Fuimos el soporte emocional de las familias. Gracias a Dios, yo nunca me apagué”, añade la profesora de robótica Sayury Almirón. “Nos tocó pasar una pandemia, perder familiares, y seguimos aquí, nuestro compromiso es mucho más grande ahora”, comenta la miss de inglés Suzie Hurtado.

Maestros de la resilieciencia

La miss Hurtado se siente como un pez en el agua en el aula. Foto: John Reyes

Estos son tres maestros que como los más de 600 mil que hay en el país sobrevivieron a situaciones extremas durante la época más cruda de la pandemia y, con mucho en contra, idearon fórmulas para que sus alumnos no retrocedan en su aprendizaje y tengan apoyo emocional.

Freddy Juárez, por ejemplo, es el único profesor de la IE 15220 de la Red Educativa Fe y Alegría 48, una escuela ubicada en el caserío de Miraflores Alto en Tambogrande, Piura, donde además es el director y tiene a su cargo catorce escolares entre 6 y 12 años. Todos son niños de familias en extrema pobreza. Ellos deben caminar hasta una hora para llegar a su centro educativo, que tiene una sola aula prefabricada.

El docente de 38 años empezó a laborar aquí en 2018 encontrando un serio problema de expresión verbal y comprensión lectora en sus alumnos: “Eran niños muy tímidos y vergonzosos para dar sus opiniones, no lo hacían con juicio crítico, y cuando le preguntabas de qué trataba un texto, no sabían cómo responder”, dice el profesor. Entonces ideó un plan. Serían ellos los que plantearían de qué hablar en clase en base a la problemática de su comunidad: “La escasez del agua, por ejemplo, sería la situación reto a la que tendrían que dar soluciones con un texto argumentativo”. Sus alumnos respondieron satisfactoriamente. El 2020 era un año prometedor. Sin embargo, la pandemia cayó y tuvo que cambiar de estrategia. Los chicos ya no solo escribirían sus ideas, las hablarían a través de un podcast.

Antes de dar este salto, Juárez tuvo que resolver el problema de la conectividad a internet y como muchos profesores rurales ideó la forma de hacer llegar a sus alumnos smartphones de segunda mano para seguir las clases remotas. Consiguió, inclusive, que la Fundación Telefónica donara tablets y, en medio del aislamiento social, hizo lo posible para que el wifi de la escuela siga activo, así las casas aledañas podían conectarse. Así se concretó Capsulitas de opinión, fomentando el pensamiento crítico, un podcast con formato de programa radial de 30 minutos, que era nutrido con audios que los niños enviaban por WhatsApp. “Decidieron que la pandemia era un tema de interés común. El primer programa fue sobre el Covid-19. Investigaron, elaboraron el guion, dieron información sobre el virus para sensibilizar a las familias”.

Entre robots y poco sueño

La pandemia también paralizó los planes de la profesora Sayury Almirón del colegio Santa María del Rosario de Villa María del Triunfo. En 2020, todo estaba listo para que el laboratorio de computación y robótica –que había sido implementado con nuevos dispositivos tecnológicos– sea usado por más estudiantes. El 2019, un grupo seleccionado de chicos había creado prototipos de robótica interesantes como un camión recolector hecho con piezas de lego que se movía con sensores y debía servir para recoger basura de la comunidad.

La docente –que se especializó en robótica tomando cursos gratuitos en Educared– creía fielmente que la tecnología facilitaba el aprendizaje y había convencido a sus superiores para organizar talleres de programación, diseño de videojuegos y de uso del software Lego Digital Designer. Pero sus planes para que más alumnos se sumen a las clases se paralizaron por la crisis sanitaria.

“Había conseguido que las niñas, que tenían menos contacto con herramientas, engranajes o motores, construyan prototipos, y que se plantearan estudiar robótica, estábamos rompiendo estereotipos”, comenta.

Los alumnos del profesor Juárez emitían su podcast por los altavoces del caserío Miraflores Alto. Foto: Fundación Telefónica

Los alumnos del profesor Juárez emitían su podcast por los altavoces del caserío Miraflores Alto. Foto: Fundación Telefónica

Cuando empezó la cuarentena, la profesora Almirón se planteó no retroceder, adaptaría sus clases de robótica a la virtualidad. Los alumnos ya no ensamblarían prototipos con piezas de lego físicas, sino con bloques virtuales con la ayuda de un software. “Todos querían participar de las clases y compartir pantalla. Fue una gran alternativa para el desarrollo socioemocional de los chicos, que no podían salir de casa”, agrega.

Suzie Hurtado, la profesora de inglés de Innova Schools de Comas, también vivió uno de los momentos más críticos de su vida en la primera ola. Se encontraba de licencia porque acababa de ser madre y en pocas semanas tenía que volver a dictar clases. Cuando empezó la cuarentena, ya se hacía la idea de adaptarse a la virtualidad, pero se enfermó de mastitis crónica (infección a las vías mamarias), lo que le imposibilitaba moverse.

Al cabo de un tiempo se sintió mejor, pero se presentaron más dificultades: tuvo que cuidar sola a su bebé porque su esposo se contagió de coronavirus, tenía que capacitarse para el dictado remoto de forma acelerada: “Aprendí en dos semanas lo que mis colegas aprendieron en cuatro meses”, dice la profesora; y, además, tenía que llevar sus cursos virtuales de la universidad para obtener la licenciatura como profesora de inglés. “Dormía dos horas al día cuando inicié las clases en el colegio”, añade. Confiesa que en un momento la carga era tal que pensó renunciar al trabajo, pero no lo hizo, dio clases de inglés con su bebé en brazos: “Vieron mi parte humana y eso me conectó mucho con ellos”. A la profesora Hurtado sus alumnos le reconocen su perseverancia, ella se considera una persona resiliente, que vivió quiebres emocionales, pero tuvo la fortaleza y una red de apoyo que la ayudó a sobreponerse.

Con el retorno a las aulas cada maestro sigue empujando sus proyectos: el podcast de los alumnos de Fredy hoy se difunde por Spotify y SoundCloud; los alumnos de Sayury están ensamblando un prototipo que removerá escombros de desastres naturales; y la miss Suzie abrió una cuenta de TikTok de contenido educativo. La presencialidad ha traído más oportunidades.