Domingo

Un feliz creador de mundos

Así lo define Edgar Saba, un creador de mundos como actor, director, productor, dramaturgo, escritor. Osvaldo Cattone, fallecido a los 88 años, nos dejó su autobiografía “Soy lo que soy”.

Libro. De reciente aparición, Soy lo que soy es editado por el sello Grijalbo de Penguin Random House. Foto: composición/difusión
Libro. De reciente aparición, Soy lo que soy es editado por el sello Grijalbo de Penguin Random House. Foto: composición/difusión

Osvaldo Cattone no se ha ido, nos tiene otra de sus sorpresas, otra de esas ideas que de pronto se le venían a la cabeza y no paraba hasta hacerlas realidad.

Una autobiografía que muestra lo que siempre fue: un tipo directo, sencillo, que no se enreda en el pasado y cuenta éxitos, aplausos, devotas amistades, pero también tristezas, derrotas, pesares.

Pocos días antes de su deceso, tendido en una cama de emergencia, había contado que ya había terminado estas líneas sobre su intensa vida. Esperaba vencer la catástrofe de una prostatitis, pero no lo logró. A los 88 años, argentino de nacimiento, peruano por perseverancia, ícono del teatro nacional, dejó de existir el 8 de febrero del 2021 en plena pandemia.

Cattone se desenfada en “Soy lo que soy”. Siempre fue de no guardarse nada. Su infancia en Buenos Aires con su padre un italiano carnicero y su madre ama de casa. El curita gordo español que buscaba rozarle el pantalón. Sus primeros amoríos. Su ingreso a Letras. Su “metida de pata” y la boda que no quiso. Su escape a Italia. El encuentro con parientes que lo maltratan y lo llaman “muerto de hambre”.

Su ingreso a la Accademia Nazionale d’Arte Drammatica. La increíble anécdota del viaje de sus padres a Europa para visitarlo y, al ir a recibirlos en Napoli, se entera de la muerte de su progenitor en el viaje, en la embarcación.

Su encuentro con figuras como Sofía Loren (“un bellezón”) o con Chaplin y su desplante cuando Osvaldo quiso saludarle.

El regreso a Argentina. Sus éxitos con Amelia Bence. El llamado de Panamericana para el elenco de Mi dulce enamorada, donde conoce a Regina Alcóver, su gran amiga en el Perú.

Cattone no duda en decir que el personaje del doctor Renato en la telenovela Nino le abrió las puertas al país. Y luego la sorpresa al venir a Lima y ser recibido como todo una estrella, con firmas de autógrafos, reporteros, tumultos, hoteles y lujos.

También cuenta de su amistad con Elvira de la Puente, Elvira Travesí, Gloría María Ureta, Hernán Romero, Ofelia Lazo… Se refiere a su unidad con Chalo Gambino, a quien consideró el compañero que contenía “a ese tsunami que soy yo”. Y con Makhy Arana: “Quizás en otra vida fuimos dos japoneses luchadores de sumo, o dos hermanos que se disputan el trono”.

Sus primeros trabajos en el cine Mariátegui como la comedia musical “Mi muñeca favorita”. Y luego el Teatro Marsano, la de sus grandes producciones como “Aleluya, aleluya” y su “Otelo”, vapuleada por la critica local. “La intelligentsia barranquina, que era despiadada conmigo, consideró que esa puesta era un versión Cattone que deshonraba la sagrada memoria del gran autor inglés”.

Cattone se refiere a las dificultades de los años del terror, del primer gobierno de García y la pandemia. Años en que insistió tercamente en el teatro y trabajar con actores peruanos.

La experiencia de la televisión en Comiendo con Cattone. Y otras obras teatrales como El Diluvio que viene, El hombre de la mancha, Escenas de la vida conyugal, Annie, Gigi, Taxi, Brujas, Hijos de un dios menor, El Padre.

Capítulos a tomar muy en cuenta: la reflexión sobre el actor o donde cuenta accidentes como cuando él mismo se cayó del escenario en El Padre, la pared que casi cae contra la cabeza de Diego Bertie o el daño que le causó a Pilar Brescia en un dedo en plena función.

También su pensamiento sobre la vejez. “Soy partidario de no entregarse, de no tirar la toalla. Debemos tener proyectos hasta el final”.

Cattone agradecía despertar cada día. ¿Despertaré mañana?, se preguntó. Bueno, “haber nacido es el regalo más hermoso que recibí”, se contestó.