Domingo

Pedro Barreto: “En este momento, la unidad del país es lo primero”

El Cardenal Pedro Barreto tuvo una actuación importante en el esfuerzo de que Pedro Castillo y Keiko Fujimori, finalistas de la segunda vuelta, se comprometieran a respetar la democracia y firmaran compromisos mínimos. Hoy sigue con atención los acontecimientos: pide respetar los resultados oficiales y no exacerbar la polarización.

Los candidatos firmaron varios compromisos, uno de ellos impulsado por instituciones como Transparencia, la Unión de Iglesias Evangélicas del Perú y la Conferencia Episcopal Peruana. Eso hacía pensar que la segunda vuelta podría terminar en paz, pero no ha sido así y el país está dividido. ¿Cuál es su opinión?

Estamos en una severa crisis democrática. Porque estamos llegando a situaciones que nadie se podía imaginar y la pregunta que nos hacemos todos es: ¿vamos a salir de esta crisis, sanitaria, política, económica, laboral? Esa es la pregunta que debemos hacernos, y responderla de manera consciente y responsablemente y decir: sí, vamos a salir. Porque en una crisis, dice el Papa Francisco, o salimos mejor o salimos peor, no se sale igual. Y la pregunta que también tenemos que hacernos es: ¿cómo vamos a salir de esta crisis?

Volviendo a la Proclama Ciudadana que ambos candidatos firmaron, ¿se siente desilusionado por lo que está pasando?

No, porque los cambios no se dan de la noche a la mañana. Un juramento tiene que demostrarse en la vida, no solo con las palabras. Y aquí los dos candidatos juramentaron por los valores fundamentales de la democracia y eso no se puede desconocer. Tenemos que ayudar y acompañar a la persona que salga elegida, pero con una actitud de vigilancia, porque este juramento no es, como se dice en forma sencilla, un saludo a la bandera. Tocaron la bandera nacional e hicieron este juramento ante toda la ciudadanía. Creo que los partidos en pugna tienen que pensar que van a representar al país. No a un país dividido como estamos en este momento, sino un país que debemos construir juntos. Y por tanto esta Proclama Ciudadana es el cauce por donde debe discurrir la vida de la ciudadanía en los años venideros.

¿Cuál es su impresión sobre las denuncias de ‘fraude en mesa’ que ha hecho Keiko Fujimori?

Bueno, también ha habido (denuncias) del otro partido. Me parece que es una forma de decir “no estoy de acuerdo con lo que los organismos electorales están dictaminando”. En ese sentido, hay que vigilar la democracia porque lo primero y básico es respetar los resultados oficiales. Adelantarse a decir fraude o golpe de Estado, o decir “ya yo soy presidente”, sin tener los resultados oficiales es, de alguna manera, ofender la dignidad del pueblo peruano que se ha encontrado con este dilema de elegir a alguien por el cual más del 70% no votó en primera vuelta. Ahí está la raíz del problema, porque, por un lado están los que reclaman un cambio hacia una mayor inclusión, sobre todo en lo económico, y, por otro lado, los que se mueven por el miedo a perder el nivel económico logrado, lo que ha generado esta crisis que estamos viviendo. Es un momento de prueba para el país.

Cuando la candidata Fujimori pide anular votos ya contabilizados de mesas que respaldan a otro candidato, ¿eso no significa que no reconoce el voto de sectores que hace tiempo quieren un cambio?

Mi opinión es que debemos remitirnos a los organismos electorales, como el Jurado Nacional de Elecciones y la Oficina Nacional de Procesos Electorales, que son los que tienen la última palabra y eso hay que respetarlo. Porque es parte de la Constitución que tanto la señora Keiko Fujimori como el profesor Pedro Castillo juramentaron el 17 de mayo pasado.

¿El trabajo de los organismos electorales esta fuera de dudas?

Lógico. Hay que reconocer que tanto el JNE como la ONPE, que son los responsables de este proceso electoral, han manifestado con los hechos que tienen una alta credibilidad. Y lo han manifestado con mucha claridad organismos y observadores internacionales y nacionales, que han indicado que el proceso ha sido normal, aunque lógicamente ha habido algunas irregularidades en las mesas. Pero el proceso, en su conjunto ha sido muy claro. Un analista político de renombre ha dicho, por ejemplo, que el sistema de elección peruano es uno de los más transparentes. Ha habido personeros acreditados de ambos partidos, y observadores que garantizan los estándares de nuestro derecho al voto. Por eso, si el JNE no haya dado los resultados oficiales, adelantar un triunfo o una derrota, o señalar un posible fraude no es digno de quien pueda llegar a la presidencia de la República. Aquí se juega el futuro del país.

No debería volver a ocurrir lo de 2016, cuando la señora Fujimori no aceptó la derrota.

De ninguna manera. Se dice que la historia es maestra de la vida, si no aprendemos de la historia estamos condenados al fracaso. En ese sentido, yo abogo para que la ciudadanía, los partidos políticos, ambos candidatos, en este último tiempo, en que ya no queda mucho para recibir los resultados oficiales, tengamos una actitud de serenidad, de calma, y de confianza en el Perú y en la sociedad. Porque así como estamos no vamos a poder construir el país que todos queremos e imaginamos. Yo propongo una serena paciencia para aceptar este tiempo difícil. Pero no que tengamos a ambos candidatos y a sus partidos agudizando las contradicciones que son, en este momento, muy graves.

Hay que poner paños fríos o la polarización podría crecer.

Así es. Por eso primero hay reconocer el valor que tienen y están ejerciendo los dos organismos electorales, y darnos cuenta de que este es el momento propicio para cambiar y hacer surgir la fraternidad en nuestro país. Tenemos que construir un país de hermanos y hermanas. Jesús dice que todo reino, todo país dividido por guerras internas, va a la ruina. Tenemos que reaccionar para no llevar al país a una situación de ingobernabilidad y todos salgamos perdiendo, especialmente los más pobres y los que viven en los sitios más alejados de nuestra patria.

El Perú más pobre, el que está pidiendo inclusión, es el que se ha manifestado en esta elección

Si. El país está dividido y hay una larga historia de postergación de los sectores populares, de los más alejados del centro del poder. Y estamos ante un gran desafío, porque donde hay un gran peligro surge con fuerza una propuesta ciudadana de buscar juntos lo que más nos ayuda. Aquí, o salimos juntos o perecemos. Salimos juntos cuando aprendemos a dialogar, a respetarnos, a no insultarnos, a no mentir. Porque el problema que está detrás de toda esta realidad de sufrimiento es que no hay ética. No estamos hablando con la verdad. Y es el gran desafío en este momento: recuperar el valor de la moral personal y cívica.

¿Cómo acercar posiciones en un país tan polarizado?

La Proclama Ciudadana es levantar la bandera blanca de paz. Serenémonos. Así como estamos, con actitudes violentistas, no conseguimos nada. Sentémonos en una mesa para dialogar. Y el nuevo presidente o presidenta de la República tienen que ser conscientes de que son presidentes de todo el Perú y tienen que escuchar a los que votaron y a los que no votaron por ellos. Y el diálogo tiene que ser el arma para construir un Perú más justo y más fraterno.

Esta segunda vuelta acaba con la gente marchando en la calle, como si no hubiera COVID-19. Estamos olvidando que la pandemia es otro de nuestros más graves problemas.

Eso me ha llamado mucho la atención, ver aglomeraciones como si no hubiera crisis sanitaria. No es un partido de futbol, no es esa algarabía. Estas moviliza- ciones, que no deben darse por cuestiones sanitarias, sí deben movilizarnos a todos, allí donde estemos, a soñar juntos un nuevo Perú, una sociedad más justa. Es momento para repensar nuestras prioridades. Que la política en el sentido de la búsqueda del bien común nos integre a todos en una gran familia y podamos dialogar también con los pobres, los excluidos, los vulnerables. Y nos permitamos escucharnos y puedan tener voz los pueblos originarios de la Amazonía, las comunidades campesinas, los trabajadores. Es decir, sentirnos iguales, porque todos somos hermanos y hermanas. Esta convocatoria la hago porque de la crisis, o salimos juntos, mejores, o salimos peores. Confío en la reserva moral de nuestro pueblo. Esa capacidad que tenemos para poder sobrellevar crisis y sufrimientos tan fuertes en nuestra historia. Y en este Bicentenario salgamos fortalecidos y más hermanos.

Como parte de los esfuerzos contra el Covid, usted impulsó una campaña para dotar de oxígeno a la región Junín, ¿Cómo le fue?

Fue un compromiso de la sociedad en su conjunto y de la Iglesia católica, del Arzobispado de Huancayo. Pudimos conseguir dos plantas de oxígeno, una está funcionando en el hospital Olavegoya, en Jauja, y la otra está en el hospital Carrión de Huancayo. De igual forma en muchas Diócesis del Perú se hicieron similares actos de solidaridad. Ahora la iglesia y la sociedad civil, las comunidades evangélicas, están en este compromiso conjunto para poder ayudar a respirar y a resucitar al Perú a una nueva economía, a una nueva política, a una nueva vida en la sociedad. En ese compromiso estamos con la iniciativa pastoral “Resucita Perú Ahora”, que se complementa con la Proclama Ciudadana. La iglesia participa en el proceso político activamente, pero la Iglesia no tiene partido ni un candidato presidencial. En ese sentido, tenemos que ser conscientes que debemos buscar lo que nos une y no lo que nos separa.

¿En qué debe poner el acento el ganador de esta elección?

En estos momentos la unidad del país es lo primero. Debemos unir a todos los peruanos y peruanas. Acercarnos, escucharnos privilegiando a los que menos tienen, a los más alejados, a los que son ignorados. Comencemos por la unidad en la diversidad, cultural, racial, que tenemos. En segundo lugar, todos exigimos una lucha frontal contra la corrupción, que es como una coladera de valores y de recursos que se pierden y que son canalizados para beneficio de unos pocos. Si luchamos contra la corrupción, desde lo más pequeño, estamos en el camino de la esperanza. Y hace unos días precisamente recibí mi segunda dosis de la vacuna, tengo 77 años y he visto muchos ancianos juntamente conmigo, adultos mayores siendo llevados por sus hijos. Me entusiasmó ver como el Estado, por medio del personal de salud, está haciendo esfuerzos por la vacunación. En medio de la crisis hay cosas muy buenas, tenemos que reconocerlo con hidalguía y alegría. La vacunación debe seguir. Es la única forma de vencer la crisis sanitaria del COVID-19.