Jeffrey Epstein: Vida y muerte de un pedófilo
Amigo de Donald Trump, de Bill Clinton y de Woody Allen, tejió una red de esclavas sexuales para su consumo y el de sus amistades. Durante mucho tiempo pareció intocable, hasta que el año pasado cayó. Un documental de Netflix estrenado hace unos días revela detalles desconocidos de su escandalosa vida.
Courtney Wild tenía 14 años, iba a la escuela y llevaba aparatos en los dientes cuando entró por primera vez a la mansión de Jeffrey Epstein en Palm Beach, el barrio de los multimillonarios de Florida.
Una amiga le aseguró que el excéntrico ricachón que viví allí pagaba 200 dólares simplemente para que le hicieran un masaje. Así que la adolescente fue. Encontró al anfitrión recostado en una tarima. Le hizo el masaje. Pero no contaba con que el tipo abusaría sexualmente de ella.
En la serie documental de Netflix Jeffrey Epstein: asquerosamente rico, estrenado hace unos días en la plataforma, Courtney -ahora una mujer de 31 años- relata que el hecho fue tan difícil de procesar y que ella estaba tan desorientada en la vida que durante los dos años siguientes no solo volvió a la mansión sabiendo que sería abusada, sino que se convirtió en reclutadora de otras jovencitas como ella.
-Con 16 años, probablemente ya le había conseguido de 70 a 80 niñas, todas de entre 14 y 15 años- cuenta. -Estuvo involucrado en mi vida durante años.
Después de eso, la vida de Courtney se fue en picada. Consumió drogas, se volvió stripper y estuvo presa. Mientras, su viejo benefactor continuaba su vida de lujos, haciéndose de nuevas adolescentes, sin acordarse en lo absoluto de ella.
Nadie sabe cuántas, pero probablemente fueron cientos de menores de edad las sometidas por Jeffrey Epstein en sus mansiones en Palm Beach, Nueva York y París y en su isla privada en el Caribe. Por él y por sus amigos, millonarios, políticos, aristócratas, a las que él entregaba a sus muchachitas sin miramientos.
El documental de Netflix, dividido en cuatro capítulos, expone por primera vez los testimonios detallados de varias sobrevivientes de sus abusos y el sistema piramidal que había creado y gracias al cual nunca le faltaban nuevas víctimas.
UN TIPO SIN ESCRÚPULOS
Epstein no nació rico. Creció en una familia de clase media y no llegó a concluir sus estudios universitarios. Pero era hábil, carismático y, sobre todo, no tenía escrúpulos. Esas cualidades lo hicieron prosperar en Wall Street. En el documental, uno de sus viejos empleadores dice estar arrepentido de haberle dado una oportunidad porque de no haberlo hecho no habría llegado a cometer con absoluta impunidad los delitos sexuales que cometió.
Para mediados de los noventa, Epstein ya era millonario, amigo de Donald Trump, Bill Clinton y de poderosas y controvertidas figuras de Hollywood como Harvey Weinstein y Woody Allen. Los primeros abusos conocidos ocurrieron en esa época.
Las primeras en hablar fueron las hermanas María y Annie Farmer. Epstein conoció a la primera, quien era una joven pintora, en una exposición, y la invitó a hacer una residencia en la casa de uno de sus amigos millonarios. Un día la fue a visitar y por la noche se metió en su cama y la manoseó. María quedó en shock, pero luego trató de restarle importancia al incidente. Continuó frecuentando al supuesto filántropo, y un día él le propuso que su hermanita de 16 años se uniera a un viaje que harían por Vietnam y Tailandia. Annie le contó al volver que, durante el viaje, Epstein abusó de ella.
Las hermanas Farmer le contaron sus historias a una reportera de Vanity Fair, pero estas fueron excluidas poco antes de que su artículo fuera publicado. Las presiones del magnate fueron demasiado fuertes.
En 2005, la policía de Palm Beach comenzó a recibir testimonios de jovencitas y de algunas madres que hablaban de un millonario que abusaba de menores de edad en su mansión. El relato era casi siempre el mismo: alguien -generalmente su conviviente, Ghislaine Maxwell- contactaba a una de las chicas, a veces a la salida del colegio, y le proponía que fuera a hacerle masajes a Epstein a cambio de 200 dólares. Las muchachas iban, entraban al baño de Epstein, le hacían el masaje, él las manoseaba, se masturbaba y con frecuencia las violentaba. A las más guapas las llevaba a todos lados y les prometía pagarles la carrera y resolverles el futuro. Ese fue el camino que siguieron Michelle Licata, Shawna Rivera y varias otras.
Los policías de Palm Beach recopilaron decenas de testimonios, pero consideraron que necesitaban más evidencia para enfrentarse a un tipo tan poderoso, así que derivaron el caso al FBI. La investigación federal tomó dos años y recogió declaraciones de cerca de 40 víctimas. Sin embargo, de un día para otro, todo se detuvo. Los abogados de Epstein lograron un acuerdo con el entonces fiscal de Florida, Alexander Acosta, que consistió en que su patrocinado se declarase culpable solo de “solicitud de prostitución” y, en consecuencia, cumpliese solo 18 meses en prisión, con un régimen que le permitía “trabajar” fuera del penal 12 horas al día por seis días a la semana.
Epstein salió en 2008. Fue un golpe durísimo para las sobrevivientes que se habían atrevido a hablar. Él retomó su vida de lujo y desenfreno, rodeado de sus viejos amigos, para quienes las acusaciones de pedofilia no significaban nada. Ellas padecieron las secuelas con diversa intensidad. Algunas cayeron en las drogas. Otras se fueron del país. Todas perdieron la esperanza de alcanzar justicia.
DETENCIÓN Y MUERTE
En noviembre de 2018, un reportaje del Miami Herald reveló a luz pública el ominoso acuerdo entre Epstein y la Fiscalía de Florida. Fortalecidas por el movimiento Me Too, las víctimas empezaron a contar sus historias en los medios y la sociedad les prestó atención. El FBI reabrió la investigación y, en julio de 2019, Epstein fue detenido. Ante el escándalo, el exfiscal Acosta tuvo que renunciar a su puesto como secretario de Trabajo de Donald Trump. Todos los viejos amigos de Epstein, como Bill Clinton y el propio Trump, se apresuraron en decir que no hablaban con él en años.
Cuando parecía que por fin las víctimas alcanzarían justicia, el 10 de agosto, Epstein apareció muerto en su celda en el centro correccional de Manhattan, donde esperaba que empiece su juicio. El mundo quedó en shock. La autopsia señaló que se había suicidado ahorcándose con sus sábanas, aunque un experto consultado por la familia apuntó que no había realmente indicios de que él solo pudiese haber dado el salto desde su cama que cerrase el lazo que le causó la muerte.
¿Alguno de los viejos amigos de Epstein, a los cuales tenía grabados en video en situaciones de lo más comprometedoras, se había asegurado de cerrar su boca para siempre? Las teorías de conspiración abundan. Hace unos días, la cuenta oficial de Anonymous tuiteó que Trump mandó matar al magnate para encubrir su “historia de tráfico de niños y violación” y copió el link de otro tuit, de 2019, en el que aparecía una lista de nombres vinculados a Epstein. La historia, al parecer, no está totalmente cerrada.