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Domingo

Frenar al virus en bici

En medio de la aprobación de la normativa de la Ley de la Bicicleta, la Autoridad de Transporte Urbano ha ideado una estrategia para que Lima, la congestionada, cuente con una red de ciclovías de 301 kilómetros. Diversos colectivos también cuentan con sus propias propuestas. El convencimiento va increscendo: la bicicleta, vapuleada por tantos intransigentes en cuatro ruedas, será la que contenga la expansión del virus.

A una bicicleta de distancia. Esa será la nueva medida de las cosas. Lo más cerca que estaremos de tocarnos. La recomendación de la Organización Mundial de la Salud además de didáctica y prudente revela el signo de estos tiempos y los futuros: el momento de la bicicleta ha llegado. Un virus ha conseguido lo que no pudo la contaminación ambiental ni sonora.

La bicicleta, ese vehículo ligero de dos ruedas que nos marca las rodillas en algún momento de la infancia, no será más un juguete que se regala en Navidad. Ni solamente un deporte para endurecer piernas, quemar grasa y eliminar toxinas. Y menos un vehículo para presumir una moda hipster.

Cuando se hable de bicicletas se hablará más que nunca de transporte. Un transporte ideal para no contagiarte ni contagiar. Es decir, para que tú y los tuyos no tengan que rezar para conseguir una cama en cuidados intensivos. Una medida de prevención en aras del bienestar colectivo.

Tal como anunció hace algunos días el ministro de Transportes y Comunicaciones, Carlos Lozada, el sector está acelerando la aprobación del Reglamento de la Ley de la Bicicleta (N° 30936). Una normativa que quedó suspendida, desde abril de 2019, debido a la falta de voluntad política.

En ese contexto, la Autoridad de Transporte Urbano ha preparado una estrategia denominada SITIS que atiende un pedido popular desde hace décadas: una red de ciclovías integrada y homogénea en Lima Metropolitana y Callao. Sobre la base de 145 kilómetros de ciclovías ya existentes se dotará de infraestructura a los municipios distritales para ampliarla a 301 kilómetros. Hasta el momento el plan tendrá incidencia en 35 distritos. Muchos de ellos casi sin ciclovías como San Juan de Lurigancho.

En la capital, el uso de las bicicletas representa menos del 1% del grueso de viajes realizados. Y si tomamos en cuenta que más del 30% de los desplazamientos de la población son cortos, eso quiere decir que la gente prefiere tomar un taxi, el transporte público o hasta un colectivo que pedalear un poco.

“Si podemos lograr que los viajes cortos migren a la bicicleta multiplicaremos varias veces el porcentaje actual (1%). Debemos transformar esta crisis en una oportunidad”, nos dice por Zoom María Jara, presidenta de la ATU.

Los plazos de implementación y ejecución en cada uno de los distritos oscilarán entre los 90 y 100 días a partir de la transferencia de los recursos que les haga el MTC.

“El componente de la ingeniería e infraestructura no solo es el pintado del eje sino la colocación de separadores que resguarden la integridad de los ciclistas”, añade. En cuanto a los carriles, Jara precisó que serán habilitados hacia el lado izquierdo, pegados al separador central. Y que tendrán un ancho de hasta tres metros.

Una propuesta Aformal

A mitad de semana, el alcalde de Lima, Jorge Muñoz, anunció la implementación de una red de 46 kilómetros de ciclovías temporales que unirá centros de salud y entidades públicas y privadas. Jorge Barboza, un arquitecto interesado en que el diseño sea un derecho para todos y no solo para las élites, observó dicha intervención en la mítica avenida Tacna del Centro de Lima, de donde es vecino, y no tiene mucho que elogiar precisamente.

“Es una improvisación. No tiene las dimensiones adecuadas. Es una ciclovía pintada de doble vía. Pero esa línea que han pintado atraviesa cruceros peatonales. Como son propuestas mediáticas pintan nomás”.

Pero Barboza no es alguien que solo critica, sino que propone. Hace una semana, junto a su equipo de (A)formal arquitectura, publicó unas imágenes en 3D de la avenida Tacna hasta el cruce de Garcilaso de la Vega con Quilca como parte de un estudio de accesibilidad urbana. A lo largo de esas cuadras hay postes ecológicos, vegetación en techos y paredes, parqueaderos de bicicletas, pero sobre todo una reingeniería en lo que a ciclovías se refiere.

Actualmente esta avenida residencial y comercial a la vez, de edificios abandonados y cubiertos de hollín, está diseñada con cuatro carriles de ida y cuatro de vuelta, donde por lo general transitan autos, colectivos y corredores azules (los ciclistas zigzaguean entre vereda y pista). Él plantea que se quite un carril a cada lado y, con ello, se construyan ciclovías con carriles de 1,80 metros y que con la otra mitad se amplíen las veredas.

Hay que quitarle espacio al carro. No queda de otra. Pero hacerlo con visión de mejorar el transporte público. Si fuera de calidad la gente saldría de su transporte privado”, dice Barboza.

Si no se incrementan las unidades de transporte público, la gente terminará contagiándose camino al trabajo. Será el gran foco infeccioso cuando se levante la cuarentena.

Bioseguridad

En su montañera todoterreno, aro 29, Pavel Quijano ha librado el suplicio de tener que hacer las compras durante la pandemia.

Provisto de un respirador 3M, y una parrilla que habilitó, el fundador del colectivo Respeto al ciclista ha adquirido todo lo que necesita en compras salteadas, evitando mercados o minimarkets abarrotados de gente. Y, además, ha seguido al dedillo un protocolo de seguridad, desinfectando las ruedas de su montañera con un aerosol lleno de agua y lejía antes de entrar a su casa.

Ciclista desde los 15 años, y habiendo pedaleado grandes distancias (alguna vez hizo 200 kilómetros de Lima a Paramonga), Quijano considera imprescindible que en la Ley de la Bicicleta, donde se instauran medidas como un Día Nacional (3 de junio), se tome en cuenta a la bioseguridad.

“Desde que apareció el coronavirus, la protección biológica y respiratoria ha pasado a formar parte de la indumentaria del ciclista. No solo se debe contar con una mascarilla adecuada, filtros, lentes, guantes, alcohol en gel, sino que debes desinfectar todo lo que tocas. Las llantas circulan aire, levantan polvo, y si no estás protegido podrías contagiarte”, dice Quijano, quien propone un brevete para ciclistas con el objetivo de garantizar su instrucción.

Aunque la cuarentena ha paralizado muchas actividades, Tomás Luy y su colectivo Bicicommuters se las han ingeniado para impulsar el uso de la bicicleta con bicicharlas y una campaña donde le arman bicirutas a la gente. Desde noviembre de 2016 se han preocupado por convencer al no ciclista de que se vuelva ciclista. Una labor urgente para lo que se avecina.

La bicicleta no va a resolver todos los problemas de congestión vial que tenemos, pero es una alternativa sostenible y eficiente”, señala. Ad portas de la implementación de ciclovías, Luy considera que deben analizarse otras cuestiones para generar espacios más amigables para el ciclista como, por ejemplo, la reducción de la velocidad de los autos a 40 kilómetros por hora. “Se debe analizar localmente en cada situación, pero se busca un tráfico más calmado para que todos podamos compartir la ruta sin riesgos”.

El momento de la bicicleta ha llegado. Será en bici que detendremos a la pandemia.

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