Voz de campeonaSin perder la dulzura, Deysi Cori, la pentacampeona Continental de ajedrez, se manifiesta ante los malos manejos de la Federación, respalda a su amiga Ingrid Aliaga, víctima de acoso, y aspira a cumplir el reto que le planteó su hermano Jorge: alcanzar el top ten mundial. ,Deysi Cori: La dama del tablero,Deysi Cori: La dama del tablero,Un día antes de iniciar el torneo que la coronaría como la pentacampeona continental de ajedrez de este lado del mundo, en Envigado, Colombia, Deysi Cori era una jovencita asustada y llorosa, con no más de cincuenta dólares en el bolsillo, en un país extranjero. El comité organizador le comunicó a ella y a la Maestra Internacional, Ingrid Aliaga, que sin el aval del presidente de la Federación Peruana de Ajedrez quedarían fuera del campeonato y, además, que esta última, la número 2 del Perú, no tenía derecho ni a alimentación ni alojamiento por haber asistido en lugar de otra participante. Apenada por la injusticia, a Deysi se le vaciaron los ojos. Sobre todo porque antes de partir a Colombia los habían puesto al corriente de lo que aquí sucedía: que Boris Ascue ejerce una presidencia apócrifa a pesar de haber sido inhabilitado por tres años para cualquier función dirigencial deportiva. Y que se ha enquistado en su sillón, aunque el Instituto Peruano del Deporte (IPD) le haya suspendido la entrega del presupuesto para el último trimestre del año. Al cabo de unas horas, Ascue autorizó la participación de Deysi y de Ingrid desde Lima con un correo, remarcándoles su poder, como quien es capaz de decidir tu destino con solo apretar un botón. El daño ya estaba hecho. Tanto es así que Deysi arrancó con dos empates. Encima, se le sumaba el desgano por haber sido eliminada en el Mundial de Rusia, en el primer match, hacía una semana. El XI Campeonato Continental Femenino de Ajedrez de las Américas, que mide a 32 talentos femeninos de nueve países, le daba un cupo directo a un torneo en el que acababa de morder el polvo. ¿Qué sentido tenía? Probarse a sí misma. Cerrar bien el año. Mostrarle los dientes al bribón. Sea como fuere, Deysi lo halló. Revirtió posiciones y se impuso, tras nueve rondas, por apenas medio punto a la paraguaya Jennifer Pérez y la argentina Florencia Fernández alzándose así, a los 25 años, como campeona Continental por quinta vez siendo las últimas cuatro de forma consecutiva. Enumeremos: 2011 en Guayaquil (Ecuador), 2015 en Manzanillo (México), 2016 en Lima (Perú), 2017 en Villa Martelli (Argentina) y 2018 en Envigado (Colombia). Han pasado dos días desde la vuelta de Deysi a Lima. Y ocurrió lo acostumbrado: ninguna barra fue a recibirla al aeropuerto. Su logro quedó reducido a una tira en los periódicos. Y la homenajearon en el Congreso, ese lugar indecoroso donde se condecora a menudo. La pentacampeona continental lleva consigo una placa recordatoria y un bouquet de rosas rojas y blancas. Acaban de colocarle brackets por primera vez, y se siente algo incómoda, todavía sin asimilar esos cuerpos extraños de metal. Como sucede con los niños genio, la vida de Deysi ha pasado por nuestro delante desde que cursaba la primaria.Aun así, la imagen de la mayor de los Cori, los hermanos más ilustres de Villa El Salvador, no ha cambiado en demasía. La misma sonrisa tímidamente cálida y la misma raya que parte su lacio cabello en mitades exactas. Eso sí, el paso de la juventud ha cambiado, en gran medida, su actitud: a su respetuoso trato de usted le ha incorporado una claridad para decir las cosas sin perder la serenidad ni tener que elevar la voz. “A pesar de estar deshabilitado, Boris Ascue sigue contestando llamadas (desde la Federación) y escribiendo en redes como si nada pasara. Me envió un mensaje con la secretaria de la Federación porque quería premiarme y le dije: gracias, pero no”. En agosto pasado, Ingrid Aliaga denunció por acoso sexual al cubano Dorges Heredia, entonces entrenador del seleccionado nacional. Según cuenta Deysi, Boris Ascue respaldó a Heredia, aunque este reconoció su delito en presencia suya y de Ingrid. “Me pareció muy descarado que luego lo negara y que me mencionara a mí tratando que lo apoye”. Como medida, Deysi se negó a entrenar y escribió un contundente manifiesto en sus redes sociales. En respuesta, Ascue -cuenta Deysi- le mandó un WhatsApp diciéndole que no hablara más del tema o no la enviaría a las Olimpiadas en Georgia el mes entrante. Olimpiadas en las que finalmente Ingrid Aliaga quedó excluida a pesar de haber hecho los méritos suficientes. “Aunque sacamos medalla de bronce y subí quince puntos de ELO (sistema de puntuación) me sentí mal porque dije: Ingrid debería estar aquí”. Deysi admite que quisieron perjudicarla, pero que su padre -quien, por cierto, ha vuelto a ser su mánager después de cuatro años- le dio una mano gracias a sus contactos. Contactos de los que lamentablemente no gozan sus demás compañeros. “Al maestro (Julio) Granda siendo el mejor jugador peruano la Federación lo alejó en lugar de hacerle las cosas más fáciles para que viajara a sus torneos. Por eso su nombramiento como vicepresidente de la FIDE me puso muy feliz”, dice Deysi y luego bebe un poco de limonada. Un sorbo de dulzor para no avinagrarse. La promesa del top ten Dos fotos y un desafío fue el saludo que dejó pensando a la pentacampeona el domingo pasado mientras aún se encontraba en Envigado. Jorge Cori, su hermano menor por dos años, Gran Maestro Internacional y número uno del país, hoy radicado en Estados Unidos, becado por la Universidad de Webster en Saint Louis (Missouri), la felicitó planteándole un reto que Deysi es incapaz de pronunciar. Por ello prefiere darme el celular. Leo en voz alta. “Somos los número uno de Perú. En América el tercero tú y yo el quinto. Y en el mundo el 56 tú y yo el 53. ¿Qué te parece si llegamos al top ten, eh?”. Deysí sonríe avergonzada. Atinó a responderle con serena emoción: “Creo que es una buena idea”. A mitad del 2017, ambos se separaron por primera vez. Paradójicamente, fue por la universidad, ese espacio del que desconfiaban pues creían que podía truncar su carrera ajedrecística. Y en parte, aún lo creen. Deysi comenzó estudiando doble grado: Relaciones Internacionales y Negocios Internacionales. Carreras afines con cursos en común. Pero en julio de este año, optó por dejar el ciclo debido a una maratón de torneos. Tantos que los anota para recordar dónde estuvo hace un mes o dos. Más que para descubrir una vocación, los claustros académicos le han servido para reafirmar la que ya tenía. Al punto que su objetivo más inmediato es entrenarse el próximo semestre con su hermano en Lima. Sí, a Jorge le pasó lo mismo, como un calco familiar. “Ya soy mayor, han pasado los años, y sé que no lo lograré si no le dedico las horas necesarias. Entrenaré con mi hermano y trataré de estar a su altura para aprovecharlo al máximo”. Deysi disfruta las partidas, pero sufre con los libros, como Julio Granda. En la alta competencia, se ha comprobado con el camanejo, el talento sin disciplina -ni apoyo tecnológico- limita. Irregularidad que Granda ha sabido maquillar como pocos. Pero en eso se ocupará a partir de enero todavía. Lo más urgente para Deysi Cori en estos momentos es relajarse. Conocer las islas flotantes de los Uros, en Puno, o soltar los músculos en las aguas termales de algún rincón de la serranía. Merecido por donde se le mire para quien viaja más de diez veces al año y solo sale del hotel para competir. El título de Gran Maestra Absoluta no la desespera. Es la dama del tablero.